Richard Gere lleva años cultivando una imagen de estrella comprometida. Pero desde que vive en España, su implicación social ha dado un salto enorme. Lo reconoce sin pudor. Se siente feliz en Madrid. Se siente en casa con su mujer, Alejandra Silva, y se siente responsable de lo que ocurre a su alrededor. Por eso habla claro. Por eso quiere actuar. Porque, según él, hay un reto urgente que no puede esperar.
Ese reto tiene nombre: las personas sin hogar. Y Gere no lo oculta. Le avergüenza hablar mal español, pero no le avergüenza decir que quiere cambiar las cosas. Alejandra también lo tiene claro. “Son 30.000. Es atajable”, dijo en 'El objetivo' de Ana Pastor. Lo dice convencida. Y él asiente. Ambos creen que España puede ser el primer país de Europa en erradicar el sinhogarismo crónico. Se han puesto un plazo: seis años.

Richard Gere, entregado a las causas sociales en España
La pareja ya ha dado un primer paso. Han rodado juntos el documental ‘Lo que nadie quiere ver’, un viaje emocional por historias reales de quienes viven en la calle. Conversan, escuchan, acompañan. Dan voz a quienes no la tienen. Su propósito no es solo mostrar una realidad dura. Es agitar conciencias. Es dejar claro que la indiferencia también es una forma de violencia.
Richard Gere conoce este mundo desde dentro, aunque fuera solo por unas horas. En 2014 se disfrazó de indigente para demostrar cómo la sociedad invisibiliza al más vulnerable. Nadie lo reconoció. Nadie se acercó. Nadie vio al actor. Solo vieron a un hombre sin nada. Aquella experiencia lo marcó. Lo contó después: la calle deshumaniza. Lo convierte todo en supervivencia. Lo reduce todo a un miedo silencioso.

Quiere acabar con los sin techo en España en seis años
Lo que descubrió entonces sigue doliéndole hoy. Habla de la burocracia como una trampa que atrapa. De los albergues que funcionan como una rueda sin sentido. “Te procesan como a un delincuente. Te asignan una cama. Te echan por la mañana”. Para Richard, ese modelo no funciona. No soluciona. No cura. “El éxito solo puede llegar con viviendas permanentes”, insiste. Una casa, un espacio propio es un punto de partida.
Por eso él y Alejandra apuestan por un enfoque radical y humano. Una estrategia basada en el Housing First, en dar un hogar antes que cualquier otra cosa. Dicen que el problema tiene solución. Que no es una utopía. Que falta voluntad, no recursos. Que España puede hacerlo. Y que ellos están dispuestos a intentarlo.
En casa hablan de números, planes y plazos. Pero también hablan de esperanza. De mirar a las personas a los ojos. De devolver dignidad. Richard y Alejandra creen que es posible. Y cuando lo dicen, no suena a discurso. Suena a compromiso real. Suena a futuro, a una promesa: seis años para cambiar miles de vidas. Y piensan cumplirla.