Pablo Ojeda es uno de los colaboradores más conocidos de La Sexta por su telegenia, es guapo, por su gracia andaluza y porque aporta conocimientos de un tema del cual todo el mundo quiere saber: es nutricionista. Cada día clicamos noticias sobre "Los beneficios de la berenjena" o "Por qué es malo cenar a las 10 de la noche". Ojeda hace lo mismo pero en la tele, a menudo en el programa Más vale tarde de La Sexta. Esta vez ha sido entrevistado por Iñaki López y Cristina Pardo con un motivo que no tiene que ver con alimentación sino con adicciones: Ojeda es ludópata, adicto al juego. Hace diez años que está en rehabilitación pero no se puede definir como un exadicto porque en cualquier momento puede recaer. Tiene la entrada prohibida a Casinos, bingos y salas de juego y no puede ni comprar lotería de Navidad. Si se la regalan se la da a su mujer.

Pablo Ojeda: "Ahora estoy fuerte y puedo contarlo, hay mucho tabú sobre el juego, hay muchos libros sobre adicciones pero pocos sobre el juego. Quien mejor me ayudó es quien sufrió mas, mi familia a la que abandoné. Tenían preguntas sin respuesta. Cuando eres consciente en la rehabilitación no sé explicar mi sentimiento de culpa. Tardó poco en aparecer, a los 22 años estaba aburrido y empecé a echar monedas en la tragaperras. Vivía con mis padres, ten´ñia dienro y lo gastaba en los salones de juego. Algo hay genético, de jovencito pasé por episodios compulsivos que derivaron en la ludopatía. Tenía tendencia a engancharme. Me acuesto pensando en ir a jugar para recuperar el dinero perdido. Entré por primera vez un viernes por la tarde con dienro en el bolsillo. Entré enj un salón de juego y lo primero fue pedir una copa que me sorprendió que era barata, 3 euros. Me tocaron 80 euros solo llegar. Parecía programado. Me dejó una sensación agradable. Volví al día siguiente a echar los 80 euros y poco a poco se va creandoi un enganche. Me engamnché fuerte a los 2 ó 3 meses, dejaba de ir con amigos para ir a la máquina tragaperras".

El ludópata arrasa con toda la familia, su padre, su mujer, su hija que era un bebé. Ojeda: La policía vino a buscar el coche de mi padre diciéndole que era robado. Yo había vendido el coche de mi padre para jugar. En ese momento mi padre me llamó y aún me duele ese momento de ver el nombre "papá" en la pantalla del móvil cuando me llamó. Al adicto se le desarrolla la imaginación para ver dinero donde sea. Me costó más dejar de mentir que dejar de jugar. Me creía mis mentiras. Llegué a poner una denuncia falsa que me entraron a robar a casa. Yo ya era padre de una hija cuando era ludópata. El único sustento que entraba en casa era el de mi mujer. Mi niña tiene intolerancia a la lactosa y me gastaba los 20 euros de su leche especial en el juego. Vivía para y por el juego. Me planteé vender un riñón por 60 mil euros para seguir apostando dinero. Hay gente en los párkings de los casinos ofreciéndote dinero. Hay un submundo en el mundo del juego. Me ofrecieron vender un riñón, que podía vivir con uno. Tuve los billetes para ir a Madrid a vender mi riñón. Creía que era una buena opción. Acabé pensando en suicidarme. En Sevilla iba apuntando puentes donde dormir si acababa en la calle".

"Te vuelves invisible, la gente pasaba de mí. Me quedé sin amigos". Un drama, una enfermedad poco explicada. Valiente Ojeda.