Mientras Pedro Sánchez y Begoña Gómez todavía están desempaquetando las cajas de la mudanza en la Moncloa, y mientras van viendo todos los caprichos que se pidieron instalar los inquilinos predecesores, Mariano Rajoy, su mujer Elvira Fernández, su padre Mariano Rajoy Sobredo, los dos hijos del matrimonio, Mariano y Juan, y el perro Rico han vuelto a su casa de Aravaca, donde serán vecinos de Andreu Buenafuente y Sílvia Abril.

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280 metros cuadrados -80 más que en la Moncloa-, jardín y piscina donde Rajoy recuperará su escritorio donde acostumbraba a trabajar en la primera planta del inmueble y donde ella cocinará la empanada gallega marca de la casa que siempre hacía a los invitados. Elvira, o Viri, como le llama afectuosamente su marido, se casaron el día de los Santos Inocentes del año 96 en la isla de La Toja, cuando Rajoy ya era ministro del primer gobierno de Aznar y ella trabajaba en Antena 3, para pasar después a Telefónica, donde tiene una excedencia. Una mujer que ha sido primordial en la vida -personal y política- del ex presidente, tal y como él mismo le reconocía a Susanna Griso en el programa Dos días y una noche.

Siempre ha estado a la sombra de su marido y a su lado en los buenos y, como ahora, en los malos momentos. Ahora, el diario La Razón, explica cómo fue la noche del jueves, después de que Mariano Rajoy saliera del restaurante Arahi, en Madrid, donde estuvo desde las 3 del mediodía hasta las 10 de la noche, con los ojos llorosos y "pimplándose dos botellas de whisky junto a su equipo de confianza", según Eduardo Inda. La noche previa a la votación de la moción de censura que acabó con su gobierno, y donde estuvo acompañado de su mujer, que fue quien le habría dicho "Mariano, llegó la hora de dejarlo", instando a su marido a poner el punto y final.

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Rajoy estaba muy molesto y dolido por lo que estaba pasando, "Le pudo el factor humano", dice La Razón que aseguró una ministra. Después de abandonar el restaurante, llegó a Moncloa hacia las once de la noche. Allí le esperaban su mujer, sus hermanos Mercedes y Enrique, y su cuñado Paco José. Los hermanos le dijeron "Sal a la tribuna y defiende tu honradez", pero alrededor de la madrugada, fue cuando Viri le dijo que se fuera. "Es muy injusto, cuando hasta las menores facturas las pagaban de su bolsillo", explican diferentes trabajadores elogiando la austeridad que dicen que tiene la mujer de Rajoy y cómo había administrado minuciosamente los gastos.

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De hecho, la misma tarde, entre whisky y whisky, Rajoy habría llamado a Fernández para decirle que fuera preparando las cajas. Muchas ya estaban en Aravaca, porque los hijos se habían trasladado hace unos días buscando intimidad y preparando unos estudios. Encima de la mesa también estuvo la salud del padre de Rajoy, con 96 años, y la voluntad del ex presidente de no provocarle ninguna sacudida reconociendo culpabilidades.

Ahora, dicen que en los alrededores de su urbanización en Aravaca ya se ha visto a Rajoy con el chándal puesto.

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@marianorajoy

De hecho, el diario acaba su crónica asegurando que Rajoy, en estos momentos complicados, sólo le ha hecho un ruego a su mujer: "Viri, cómprame unas zapatillas nuevas que voy a andar de lo lindo". En la comparecencia de su adiós a la presidencia del PP, Rajoy pidió "Que alguien pare (de aplaudir), coño". El que no parará -de caminar- será él. Ya pueden comprar unas buenas zapatillas.