El dúplex de Joaquín Sabina en el centro de Madrid siempre ha despertado curiosidad. Es su refugio. Su guarida creativa. El lugar donde vive junto a Jimena Coronado. En alguna ocasión ter hemos hablado de él en EnBlau. Pero ahora, un reportaje de ElEspañol ha permitido descubrir detalles que no se conocían. Detalles que han sorprendido incluso a seguidores veteranos del cantautor.

El medio empieza hablando de un edificio clásico. Un inmueble en esquina. Un lugar histórico del barrio de La Latina. La casa ocupa dos plantas. Es amplia. Tiene alrededor de 300 metros cuadrados. Nació de la unión de dos pisos y de una reforma profunda. Una reforma que conservó lo esencial del edificio, pero que adaptó cada espacio al ritmo de vida del artista.

edicio joaquin sabina
Edicio Joaquin Sabina

Así es la vivienda de Joaquín Sabina en el centro de Madrid

Los 12 balcones son su rasgo más visible. Abren la casa a la ciudad. Inundan los interiores de luz. De aire. De ruido urbano. Sabina siempre ha dicho que no puede vivir aislado del mundo. Su casa lo confirma. Cada balcón funciona como un pequeño escenario desde el que mirar Madrid. Y, al mismo tiempo, como una ventana para que la ciudad se cuele dentro.

La decoración es única. Antiminimalista. Barroca. Llena de objetos con historia. Alfombras orientales. Muebles antiguos. Cuadros que ha ido acumulando en viajes por medio mundo. Libros por todas partes. Discos. Fotos. Todo convive sin orden aparente, pero con una coherencia propia. El resultado es un ambiente bohemio. Desordenado para algunos. Inspirador para él.

En el interior hay un estudio de grabación. También una biblioteca que cubre una pared entera. Un salón que se comunica con la cocina sin pasillos ni rigidez. El espacio fluye. La luz entra. Los balcones lo transforman todo. En esa mezcla de tradición y eclecticismo es donde Sabina escribe, compone y trabaja. Es su universo. Su taller. Su escenario íntimo.

El dormitorio de Joaquín Sabina no pasa desapercibido

La cocina es otro punto peculiar. Una pared mostaza rompe la neutralidad del resto. Hay piezas antiguas. Muebles blancos. Contrastes que reflejan el gusto personal del músico por lo atípico. Por lo inesperado. Jimena lo resume bien: cada objeto tiene una historia. Una vida propia. Una memoria compartida.

Pero, entre todas las imágenes publicadas, hay una que ha generado un debate inesperado: la habitación. El dormitorio. Un espacio que no ha dejado indiferente a nadie. Algunos lectores han sido tajantes. “Da miedo”, dicen. “Es tétrica”. “Lúgubre”. “Parece una pensión de mala muerte”. Un contraste enorme con la luminosidad del resto del domicilio.

Habitación de Joaquín Sabina
Habitación de Joaquín Sabina

Ese dormitorio, con su estética oscura, contrasta con los balcones y la luz del resto del piso. Refleja otra parte del artista. Más íntima, sombría y cruda. Pero que demuestra, una vez más, que la casa de Sabina es un espejo imperfecto pero auténtico de su vida. De su obra.