Javier Coronas (Zaragoza, 1971) habló sin tapujos sobre el oficio del humor en una entrevista realizada en el canal Qué demonios pasa. Con su estilo directo, repasó los inicios en la radio, el salto a la televisión y la consolidación con Ilustres Ignorantes, además de reflexionar sobre los límites de la comedia y la importancia de observar la realidad con atención. “Si te quieres dedicar al humor, tienes que salir de casa con los ojos abiertos”, subrayó.

Coronas situó el origen de su carrera en la radio local y en una disciplina diaria de escritura que, según explicó, “entrena el cerebro” para generar ideas. Recordó sus primeros pasos: un curso de radio pagado a plazos, turnos nocturnos de limpieza para sostener la vocación y años de prácticas sin remuneración. El salto a la televisión llegó gracias a Ramón Arangüena, que lo recomendó para Lo + Plus. “Nunca envié un currículum para ir a Madrid; vine con respeto y con la cabeza amueblada para no despegar los pies del suelo”, señaló.

Javier Coronas
Javier Coronas

En el mapa emocional del humorista hubo ciudades que marcaron. Citó Bilbao como una plaza “especial”, receptiva a un humor ácido y autocrítico, y Cádiz como sinónimo de energía desbordada: en el Gran Teatro Falla, durante carnavales, llegó a pedir al público que “parara” la ovación porque, confesó, le “ponía la piel de gallina”. Su conclusión fue clara: los públicos eran distintos, pero la validación de la comedia seguía estando en la sala.

“Reírse de todo”: criterio y escenario por encima de las redes

Cuando se le preguntó por los límites del humor, Coronas fue tajante: “Te puedes —y te debes— reír de todo; al que se ofenda, que no lo vea”. Matizó que sus bromas no apuntaban a víctimas concretas de un dolor reciente, sino a la deformación cómica de lo real. En ese marco, mostró desconfianza hacia el juicio de las redes sociales —haters o halagos— y declaró que prefería el veredicto del teatro. “No me da la vida para atender a gente que no conozco; mi brújula es el escenario”, zanjó.

Javier Coronas en Qué demonios pasa
Javier Coronas en Qué demonios pasa

Esa ética artesanal se acompañaba de un método: observar compulsivamente (acentos, rótulos, expresiones populares), escribir a diario y probar ritmos y remates ante público. Coronas reivindicó además formatos que extraían humor de lo real, como La Ruina, porque “cualquier cosa real supera a un guion”. “Hay muchísima gente muy graciosa; la diferencia con el humorista es que al humorista le pagan”, apuntó.

Ilustres Ignorantes: el formato que no cambiaba y el público que se renovaba

Con 19 temporadas, Ilustres Ignorantes se convirtió en un caso singular de longevidad. Coronas explicó que la decisión editorial había sido conservar la esencia: él, Pepe Colubi y Javier Cansado como núcleo, dos sillas rotatorias para invitados, juegos sencillos y premios modestos. “El mayor cambio fue decidir no cambiar”, ironizó. La renovación, según él, había llegado del lado del público: hijos que lo empezaron a ver junto a sus padres y que hoy lo siguen como adultos, mientras una parte del público inicial desaparecía por el mero paso del tiempo.

Javier Coronas, Pepe Colubi y Javier Cansado
Javier Coronas, Pepe Colubi y Javier Cansado

El cómico reivindicó también a Pepín Tre como “cuarto ilustre” honorífico en arranques de temporada y especiales, un gesto que buscaba rescatar para nuevas generaciones a uno de los grandes nombres de la comedia española. La gira teatral, con entradas agotadas en plazas como el Teatro Campos Elíseos de Bilbao, confirmó —según Coronas— que el formato vivía de la conversación “viva y sin artificio”.