Jair Domínguez no para nunca quieto. Su cabeza siempre está funcionando, y cuando le viene alguna a la cabeza, no duda en ponerla en práctica, sea en forma de libro, como Els Xiprers, el más reciente, una crítica ácida a cómo educamos a nuestros hijos e hijas, sea en forma de comentario en la red que enciende al personal. El más reciente, dedicado al Espanyol: "Lo primero que tendría que hacer el Espanyol para dejar de ser menospreciado es cambiarse el nombre de mierda que tiene". Un comentario que sulfuró a muchos pericos y que le valió muchas respuestas, la mayoría airadas, como por ejemplo esta de Joan Ramon Vallbé, compañero suyo en TV3: "Y tú cambiarte tu nombre portugués (de origen griego) y ponerte Jordi. Jairo significa "soberbio". Ya has aprendido alguna cosa hoy":
El primero que tendría que hacer el Espanyol para dejar de ser menospreciado es cambiarse el nombre de mierda que tiene.
— Jair Dominguez (@sempresaludava) May 19, 2025
Y tú cambiarte tu nombre portugués (de origen griego) y ponerte a Jordi. Jairo significa "soberbio". Ya has aprendido alguna cosa hoy.
— Joan R Vallvé (@joanRvallve) May 19, 2025
Ahora, Jair ha estado de copiloto en Al cotxe! de Eloi Vila en TV3, donde ha dicho cosas que valen mucho la pena hablando de la educación de los padres a los hijos de hoy en día, de si hay demasiada permisividad, de diferencias con otras generaciones o de reflexiones que te hacen pensar en sus palabras:
"El gran mantra de la sociedad actual es 'Queremos que mi hijo sea feliz'. Claro que lo quieres, como padre, pero hacerlo extensivo y decírselo a él es una manera muy errónea de encarar... he visto adolescentes empanados, hijos que saben que los padres les darán herencia y no trabajarán de nada... Estamos criando una generación de gilipollas". Claro y catalán, como acostumbra a ser el copresentador del Està passant de TV3 y de El Búnquer de Catalunya Ràdio. Un Jair que se sincera con Vila y que habla de cómo se lo hace, o cómo se lo intenta hacer él con sus propios hijos, cómo intenta educarles. Por ejemplo, las ventajas o "herramientas despampanantes" a nivel audiovisual que tienen los jóvenes de hoy en día, "y no lo aprovechan para hacer nada más que chorradas, en un 99%," lamenta.

Jair tiene dos hijos, y el pequeño, Jan, "cuando era pequeño tenía poderes para ver cosas". Recuerda cómo decía "'he soñado que tal se hará daño'... y se hacía daño. O que tal caerá por las escaleras... y caía. Un día en Pals me dijo: 'aquí me mataron', frase que sale en la novela. Le desapareció. De un día para otro dejó de estar conectado con el más allá". ¿A qué atribuye esta visión paranormal de su hijo? Y él conmueve recordando que al nacer, "le tuvieron que hacer una operación muy complicada del corazón... Creo que vio el túnel, captó el más allá y le quedó un poco de remanente mágico". ¿"Sufriste mucho"?, le pregunta Eloi. "Hostia si sufrí... ¡Virgen santa! Fue horripilante y hace sufrir. En general, viviendo con el miedo constante que se mueran los niños, y de golpe. Es una de las cosas que te cambian cuando eres padre. Yo era gran aficionado al gore y a partir de ser padre, dejé de ver pelis con niños muertos o heridos. No lo soporto".

En lo que sí se ha mantenido inflexible es que "siempre he hablado a los niños como si fueran adultos, personas adultas. Y la respuesta que he recibido de mis hijos y otros es muy positiva". Ser padre, sin embargo, no ha hecho que no siga creyendo en la revolución. Se tienen que hacer cosas para cambiar el mundo. Las luchas, hay tantos frentes abiertos, que me marea. ¿Qué defendemos: la lengua, el arte, que se acabe la precariedad laboral? ¿Hacia dónde tiramos? A mí me preocupa que no hay haya industria del arte en catalán, la lengua... En la cultura catalana nos tenemos que atrever más. Tenemos un marco mental español tan inculcado que cuesta mucho salir". Un Jair que también ha hablado de su decisión, hace dos años, de dejar de beber alcohol. Una conversación que vale mucho la pena recuperar.