Lo que parecía una apuesta segura se ha transformado en una dolorosa lección de realidad para Isabel Preysler y su hija Tamara Falcó. Dos de las socialités más reconocidas de la aristocracia mediática española acaban de recibir un duro revés: las principales plataformas de streaming han rechazado de forma tajante sus propuestas de nuevos docurealities. Según fuentes del entorno audiovisual, algunas compañías han llegado incluso a pedirles, por favor, que no vuelvan a ofrecer más contenido de este tipo.

La noticia ha sacudido los pasillos del espectáculo nacional. Ni la elegancia de Isabel ni la espiritualidad de Tamara han sido suficientes para convencer a los ejecutivos de que sus vidas aún generan expectación. Netflix, HBO Max, Prime Video, Disney+ y Movistar Plus han cerrado filas en torno a un mismo diagnóstico: el contenido que ofrecen no interesa, no emociona y no vende.

‘Mi Navidad’ y ‘La Marquesa’, el fracaso que marcó su declive

El primero en encender las alarmas fue Isabel Preysler: Mi Navidad, una propuesta lanzada por Disney+ en 2023 con el objetivo de ofrecer una ventana a la sofisticada intimidad de la reina del papel cuché. Pero el resultado fue todo lo contrario: un montaje frío, artificial, sin alma ni espontaneidad. El especial, de apenas dos episodios, se convirtió en una decepción monumental. “Todo parecía de cartón piedra”, sentenciaron los críticos.

Lejos de despertar la nostalgia de los seguidores de sus exclusivas en revistas, el especial dejó al público con la amarga sensación de que el mito de Isabel Preysler ha perdido su brillo. Un desayuno eterno, frases vacías, cero emociones. La audiencia no perdona la falta de naturalidad, y en esta era dominada por realities llenos de naturalidad, ni siquiera el apellido Preysler ha logrado mantener el interés.

Tampoco Tamara Falcó ha conseguido revertir la tendencia. Su docureality La Marquesa, emitido en 2022, pretendía mostrar una cara más cercana y espiritual de la marquesa de Griñón. Sin embargo, la puesta en escena forzada y la falta de contenido real terminaron pasándole factura. A pesar de sus esfuerzos por conectar con el público mostrando su fe y su vida amorosa, la serie fue calificada de “superficial, insípida y poco creíble”.

El mercado dicta sentencia: el clan Preysler ya no genera beneficios

Ante el fracaso de estas apuestas, las plataformas han sido claras. El contenido protagonizado por Isabel y Tamara ya no resulta rentable. Algunas fuentes cercanas a la industria aseguran que, tras los números obtenidos por Mi Navidad y La Marquesa, la marca Preysler ha sido señalada como “inviable comercialmente”. Incluso se habla de una especie de “veto silencioso” por parte de las grandes empresas de streaming.

Lo que antes era sinónimo de exclusividad y éxito, ahora es considerado un producto de nicho sin atractivo masivo. El mercado del entretenimiento demanda frescura, dinamismo y autenticidad, elementos que, según los analistas, brillan por su ausencia en los contenidos que ofrecen madre e hija. Y es que ni la elegancia impecable ni los escenarios de ensueño consiguen sostener por sí solos un programa de entretenimiento. El público quiere emociones reales, historias que conmuevan y personalidades que se expongan más allá de las apariencias. El veredicto es claro: el glamour, por sí solo, ya no vende. Y el público, más exigente que nunca, ha hablado.