La Velada del Año 5 ha sido, sin lugar a dudas, un fenómeno sin precedentes. El evento orquestado por Ibai Llanos ha pulverizado todas las métricas imaginables: más de 144 millones de visualizaciones en directo, picos de 9 millones de espectadores simultáneos y una puesta en escena que convirtió el Estadio de La Cartuja en una especie de superproducción al estilo Super Bowl, pero made in Spain. ¿El resultado? Un espectáculo visualmente apabullante, emocionalmente cargado y socialmente… incendiario.
Porque mientras miles aplaudían cada golpe sobre el ring y cada nota musical sobre el escenario, una parte importante de nuestro país estallaba en redes sociales. No solo por el contenido, sino por lo que representa: un evento liderado por creadores de contenido que, en su mayoría, residen en Andorra para evadir a la Hacienda española. Y ahí es donde Ibai Llanos ha quedado en el ojo del huracán.
El debate fiscal reavivado: “El dinero que se hace en España se va para Andorra”
Las cifras estratosféricas no vinieron solas. La sombra de la evasión fiscal legal sobrevoló todo el evento, con críticas dirigidas no solo a Ibai, sino también a su séquito de influencers que lo respaldan. Figuras como El Rubius, Abby, AuronPlay o TheGrefg, todos instalados en el paraíso fiscal andorrano, estuvieron presentes ya sea en persona o promocionando la gala. En este contexto, la frase que ha encendido la mecha —“El dinero que se hace en España se va para Andorra”— se ha viralizado hasta el hartazgo.
El público más crítico ve en La Velada del Año no solo una fiesta digital, sino un símbolo del capitalismo voraz, del rechazo a la responsabilidad fiscal y de una cultura que glorifica el espectáculo vacío sobre los valores comunitarios. La división generacional se acentúa: para los jóvenes, el evento fue una muestra de cercanía, humor y emoción. Para muchos adultos, en cambio, fue una “pesadilla cultural” disfrazada de entretenimiento.
Feminismo, machismo y un ring en llamas: los combates que incendiaron las redes
Uno de los combates más comentados enfrentó a dos figuras diametralmente opuestas: RoRo, referente del movimiento "tradwife", antifeminista y radicada en Madrid, y Abby, influencer feminista que, paradójicamente, también reside en Andorra. La tensión política se coló en el cuadrilátero: Abby ganó la pelea, pero fue abucheada. RoRo perdió, pero se llevó el aplauso de la gran mayoría del público.
Esta escena ha sido interpretada como una radiografía de la polarización social que atraviesa a España. La Velada, que nació como entretenimiento sin pretensiones, se ha transformado en un campo de batalla ideológico, donde se cruzan discursos feministas, el desprecio por lo intelectual y, según los expertos, “la americanización cultural de España, con ribetes cañís”. Todo esto empaquetado bajo la estética de los videojuegos y las luces de neón.
Ahora bien, el ascenso de Ibai Llanos es incuestionable. Ha evolucionado de ser un streamer carismático a un empresario que maneja su propia productora —Velaris-Kena Productions SL—, controla sus marcas y dirige proyectos como la Kings League y su nuevo club de fútbol. Pero con ese poder, vienen las responsabilidades… y las críticas. Aunque Llanos ha mantenido su residencia en España y se ha mostrado crítico con quienes huyen del fisco, su cercanía con los grandes nombres del exilio andorrano le ha pasado factura. Muchos lo acusan de hipocresía selectiva, de beneficiarse del sistema sin condenarlo con firmeza.