Hubo un momento en el que Sergi Arola era uno de los nombres más potentes de la gastronomía española. Chef mediático, creativo, carismático y con Estrellas Michelin en su currículum, su presencia en televisión —incluyendo participaciones en MasterChef junto a Jordi Cruz— lo convirtió en una figura conocida incluso fuera del mundo culinario. Todo parecía brillo y éxito… hasta que la realidad económica golpeó con fuerza.
La caída llegó sin avisar
En plena crisis, la Agencia Tributaria y la Seguridad Social intervinieron varios de sus restaurantes por impagos acumulados. En aquel momento, la cifra que empezó a circular era devastadora: una deuda que rozaba el millón de euros. Sergi Arola se vio atrapado en una estructura empresarial insostenible. La alta cocina exige inversión constante y márgenes mínimos; un pequeño error, una mala temporada o una caída de clientes puede provocar un derrumbe fulminante.

De este modo, Arola tomó una decisión radical: desaparecer del mapa gastronómico en España. Mientras los titulares lo señalaban por su deuda —que con el tiempo quedó muy por debajo de esa cifra inicial y posteriormente regularizada— él eligió un camino sorprendente. En lugar de luchar contra un sistema que lo había asfixiado, se marchó. No fue a París, Londres ni Nueva York. Su destino fue Chile. Y allí empezó todo de nuevo.
A 11.000 kilómetros de España, lejos del ruido mediático y de los paparazzi gastronómicos, Arola se reinició vital y profesionalmente. Pasó de ser perseguido por cuestiones fiscales a convertirse de nuevo en estrella de televisión en Latinoamérica. Participó como jurado en varios programas de gran audiencia: MasterChef Chile, El discípulo del chef y Parrilleros Space. En cada aparición, volvía a brillar ese Sergi Arola que en España había quedado eclipsado por los problemas económicos.
El renacer también pasó por los fogones
Pero la televisión no fue suficiente. Arola quería sentir el vértigo del servicio, el fuego de los fogones. Y lo consiguió abriendo Lola by Arola, un restaurante de cocina española en Santiago de Chile. Tapas clásicas: croquetas, pulpo a la gallega, pan con tomate… Un pedazo de España servido al otro lado del Atlántico. Un refugio para los expatriados y, sobre todo, un símbolo de su renacimiento profesional. Hoy, desde Chile, Sergi Arola vive lejos de los titulares que lo vinculaban con embargos y cierres. Recuperó el control de su carrera, regularizó su situación y volvió a hacer lo que mejor sabe: cocinar, crear y sorprender.
Así pues, de estrella caída a ejemplo de resiliencia: a veces, para volver a empezar, hay que irse. Y Arola se fue… para volver a brillar.