La presentadora Carme Chaparro está viviendo un momento agridulce. Por un lado, acaba de publicar su nueva novela, Venganza, un thriller con los medios de comunicación como escenario, donde habla de la competencia, de los abusos de poder, de la manipulación... Un nuevo libro que tenía que publicar el pasado mes de marzo, pero se tuvo que posponer hasta ahora por motivos de salud de la autora. Porque al mismo tiempo que está feliz por esta nueva publicación, Carme vive un momento angustioso, personal y profesional. Y es que lleva alejada nueve meses de la tele, y no sabe cuándo volverá: "La enfermedad que padece, a la que, por el momento, no quiere ponerle nombre, le impide trabajar. Muchas noches sueña con que regresa a la redacción de informativos de Telecinco", dicen en el diario El País, donde ha mantenido una conversación que pone la piel de gallina. Una conversación desde su casa, porque le cuesta salir y ver gente, aunque estos días hace un esfuerzo por la promoción de la novela.


“Verme en casa, enferma, muy medicada, sin hacer el trabajo que me gusta, me hizo caer en un pozo muy oscuro, un lugar en el que yo no recordaba haber estado nunca y del que gracias a Dios he salido. Bueno, gracias a una amiga que llamó a un psiquiatra. Y gracias a un marido que me ha sostenido y que se ha ocupado de todo. Ahora entiendo cuando los pacientes con depresión dicen que ven la vida en blanco y negro y que no son capaces ni de ir al baño cuando tienen pis. Yo vengo de ahí”. Sobrecogedora confesión de la presentadora, periodista y escritora, que reconoce que el último año ha visto muy poca tele, "porque estoy muy medicada. Tampoco leo mucho porque me canso y estoy medio grogui todos los días".

La autora de Venganza, que habla mucho del mundo de la tele, donde lleva muchos años siendo, por ejemplo, presentadora de informativos en Telecinco, ha querido que los lectores supieran qué hay detrás de este medio, "la enciendes y ves brillo, pero detrás hay mucha presión y sufrimiento". Presión por las audiencias, por la imagen... Ella, mujer de 52 años, apunta que hace poco pasó una menopausia y engordó 15 kilos, y "de repente tuve que volver a ponerme delante de la cámara y no me atrevía a verme. Soy de una hornada de presentadoras (Helena Resano, Letizia Ortiz...) que cuando empezamos, nos percibían como mujeres florero". De la reina dice que es brutal la presión a la que se la somete, y que ahora se hace en sus hijas Leonor y Sofía: "Letizia ya ha superado esa presión, pero escuchar ahora todo lo que dicen de sus hijas tiene que ser terrible y horroroso".

Admite que salir en la tele tiene su parte positiva, te reconocen, te invitan a sitios, "te regalan cosas, te alimentan el ego… Al final, te crees que te van a valorar por los microsegundos que sales en pantalla. Yo no me defino por los minutos que salgo en antena y eso es un trabajo que he tenido que hacer durante mucho tiempo". Chaparro se ha dado cuenta de que, como dice un compañero de trabajo, "la tele es una trituradora de personas”. Y expone muchas cosas que ha vivido en su propia piel, o el sufrimiento de muchos colegas, anécdotas que explica en la novela que son reales. Por ejemplo, que "en los baños de señoras de la tele lloramos todas. He visto llorar a muchas compañeras en los baños de la tele y también he visto a compañeras decir: '¿Alguien tiene un Lexatin, por favor, que si no no puedo seguir hoy adelante?”.

A pesar de todo, echa de menos la tele, que también considera "fascinante y me encanta. Sueño con volver", y que lo que está pasando la ha hecho verse ahora como "una persona válida. Hay momentos en que me he mirado como una persona que no valía. Ahora me veo como una mujer que ya tiene 52 años, que ha hecho muchas cosas, que se encuentra en otra encrucijada de la vida y que no tiene por qué estar siempre demostrando que vale. Ahora me quiero más". Ganas de que se recupere del todo y de reencontrarla en la tele.