La verdad es que Carlos Baute ha vuelto a sorprender. A sus 51 años, el cantante luce una figura que muchos envidiarían, y ahora por fin ha confesado cómo consigue mantenerse en una forma tan espectacular. Lo ha hecho en una entrevista con Men’s Health, donde no solo ha hablado de su rutina, sino de algo que él mismo define como su “bendición de los cinco estómagos”. Una expresión que resume perfectamente cómo funciona su cuerpo, delgado por naturaleza, capaz de comer de todo y mantenerse siempre igual.
Y es que Baute deja claro que tiene una genética tan agradecida que prácticamente juega a su favor a la hora de mantener una línea ideal. Puede comer sin remordimiento, sin cálculo y sin renunciar a nada. Aun así, practica ayuno intermitente, aunque él mismo reconoce que lo rompe sin ningún tipo de culpa: “Lo rompo comiendo de todo”, confesó entre risas. Lo suyo no es una dieta estricta ni un plan inflexible. Es un equilibrio natural que muchos desearían tener, pero que solo unos pocos como Baute pueden tener sin matarse de hambre.
Los caprichos que nunca abandona
El cantante contó que lo suyo es disfrutar, y se nota en cada palabra. Le pierde el pan, le pierden los embutidos, y no oculta que el chorizo y el jamón son auténticas debilidades. Y por la mañana, lo tiene clarísimo: su desayuno perfecto son los huevos fritos con beicon, acompañados, cómo no, de pan. Ese pan que, según él, nunca puede faltar en alguna de sus comidas, o en todas ellas. Lo curioso es que, pese a estos caprichos, su cuerpo sigue respondiendo como si tuviera veinte años menos. Y la verdad es que sí que aparenta tener muchos menos.
Más allá del ayuno, un cuerpo que juega a su favor
La realidad es que, por mucho ayuno que haga, por muchos trucos que cuente, el verdadero secreto está en esa genética privilegiada que lo ha acompañado toda la vida. Él mismo lo reconoce: puede mantener una forma física espectacular porque nació con esa facilidad que otros no tienen, esa capacidad de disfrutar de la comida sin verlo reflejado en el espejo.
Así pues, Carlos Baute demuestra que, a veces, la clave no está en sacrificarse sino en aceptar lo que uno es: un hombre con una genética prodigiosa, con una relación relajada con la comida y con un físico que, a los 51, sigue sorprendiendo a todos.
