La "princesa del pueblo" está al borde del colapso. Lo que parecía ser su gran estreno en la televisión pública se ha convertido en su peor pesadilla. Belén Esteban no para de llorar y no es una metáfora. Según ha revelado en exclusiva Diego Arrabal, la colaboradora se encuentra sumida en una espiral de ansiedad y llanto constante que ya preocupa seriamente a su entorno más íntimo. Quienes conocen a la Esteban más allá de los platós afirman que el fracaso de audiencias del nuevo formato de RTVE, La familia de la tele, ha sido un golpe durísimo para ella. Se esperaba un éxito rotundo, pero los datos hablan por sí solos: una caída histórica hasta el 6,7% de share, dejando al programa en cuarta posición por debajo incluso de La 2 de TVE.
El hundimiento emocional de Belén: lágrimas tras cámaras y peticiones de abandono
Aunque el equipo intenta mantener la compostura frente a las cámaras, lo cierto es que Belén Esteban habría pedido marcharse del programa en más de una ocasión. La tensión es tal que desde La Osa Producciones ya temen una salida inminente de la colaboradora estrella, quien se encuentra al límite de solicitar una baja médica por agotamiento emocional. “No puede más”, aseguran fuentes cercanas. Y lo más preocupante es que este estado no se manifiesta como parte de un espectáculo mediático. No hay shows ni victimismo delante del público: las lágrimas son reales, constantes y, sobre todo, privadas. Belén se descompone tras bambalinas, y quienes han presenciado esas escenas aseguran que nunca la habían visto tan vulnerable.
Andrea Janeiro y Miguel Marcos presencian en silencio el desplome emocional de Belén
El sufrimiento de Belén no solo afecta a la audiencia o a los compañeros de plató. En su entorno familiar, Andrea Janeiro y su esposo, Miguel Marcos, están profundamente preocupados. La joven, que ha optado siempre por mantenerse alejada del foco mediático, estaría viviendo con impotencia y desde la distancia la caída emocional de su madre. Mientras que Miguel, pilar incondicional de la colaboradora, intenta contener una situación que ya amenaza con desbordarse. Ambos son conscientes de que Belén atraviesa una crisis que va más allá del espectáculo. El fracaso televisivo ha impactado directamente en su autoestima, y la colaboradora —acostumbrada a arrasar en pantalla— no logra digerir este cambio de paradigma. El sueño de un nuevo éxito se ha tornado en una pesadilla televisiva.
El verdadero dolor de Belén no está en los números, sino en lo que representan. La audiencia no responde, el público no conecta y los medios empiezan a preguntarse si la estrella de San Blas ha llegado a su ocaso mediático. Según Arrabal, el golpe anímico ha sido demoledor, porque Esteban se alimentaba del clamor popular. Sin ese reconocimiento, se tambalea su identidad televisiva. Y es que, a diferencia de compañeras como María Patiño, quien asume los reveses con profesionalismo, Belén vive el rechazo como un fracaso personal. La comparación con otros programas exitosos de la misma franja solo intensifica el sentimiento de derrota.
La dirección del programa y RTVE se encuentran en una encrucijada: por un lado, mantener a Belén en plantilla supone sostener a una figura mediática que atrae titulares, pero por otro, su descontento y la caída de audiencias han generado una crisis interna difícil de gestionar. Las fuentes internas advierten que lo peor podría estar aún por llegar, ya que la tensión no se limita a un simple desacuerdo profesional, sino que afecta profundamente al ánimo de la propia Esteban y al clima del equipo.