Froilán les ha dado más de un quebradero de cabeza a sus padres, especialmente en la adolescencia, pero a nosotros nos ha dado muchas alegrías. El joven ha roto con todos los esquemas de la Casa Real, pero no es el único. En todas las familias hay una oveja negra. En Dinamarca, Christian se cuela en todos los titulares de la prensa. Y eso que sus padres, Mary y Federico de Dinamarca, tomaron la decisión de internarlo a las afueras de Copenhague para evitar polémicas. Precisamente, el colegio organizó hace unos días un viaje a la nieve, en concreto a la estación de esquí de Val Thorens, en Saboya.

El heredero al trono de Dinamarca no faltó a este plan. Y no precisamente porque le encante practicar esquí, sino porque el lugar ofrece muchas posibilidades de ocio nocturno. El primer problema llegó cuando el joven roció con champán a sus amigos en el chalet-hotel la Folie Douce. Podría ser algo totalmente normal entre adolescentes, sin embargo, uno de esos chicos decidió coger la cámara del móvil y grabar la escena, que posteriormente publicó en las redes sociales y lógicamente no tardó en hacerse viral.

Christian de Dinamarca

Christian de Dinamarca / EFE 

El vídeo se hizo viral en las redes sociales 

Esto no beneficia para nada al heredero al trono ni tampoco a sus padres. Todos sus movimientos son analizados con lupa. Lógicamente, estas escenas no benefician en absoluto a la Casa Real. Su imagen debe ser siempre intachable y respetable. El vídeo se hizo viral en minutos. Cuando se percataron de ello ordenaron que se borrase o la cuenta se pusiese en privado, pero fue demasiado tarde. Ya corría como la pólvora.

Christian de Dinamarca con sus padres

Christian de Dinamarca / EFE 

Ha sido Lene Balleby, responsable de comunicación de la Casa Real de Dinamarca, quien ha tenido que dar la cara por el joven y sus padres asegurando que aquello que se publica en las redes sociales es difícil de controlar. “Es el modo de comunicación de los jóvenes. Todas las personas son potenciales medios y documentalistas. Un compañero de clase o cualquier otra persona puede tener más impacto que una cámara de televisión. Y nunca se sabe cuándo está encendida. Por lo tanto, debemos tener cuidado con no convertir en un problema algo que, a los ojos de los jóvenes, es normal y aceptable”, ha dicho para pedir después que se haga un esfuerzo por analizar “las actividades de los jóvenes en las redes sociales y el contexto en el que se crean”.