Gervasio Deferr fue uno de los ídolos del deporte olímpico español durante más de una década. Bicampeón, consiguió el oro en Sidney 2000 y Atenas 2004 en salto de potro y plata en suelo de Pekín 2008. El deportista tocó la gloria con la yema de los dedos, pero también cayó a los infiernos. Un episodio que nunca ha narrado públicamente hasta este mismo fin de semana cuando se sentaba junto a Jordi Évole para hablar del lanzamiento de su biografía.

El presentador catalán acudió al gimnasio de Deferr en La Mina, donde se crió. Ahí da clases a niños y niñas. "Cuando hay una mínima mejora, siempre les digo que está bien", relata. "Yo he sido un personaje hasta que me retiré, y encontrar la persona que soy hoy en día, me ha costado. Y creo que la gente se merece que me conozca", explica sobre su autobiografía, en la que relata los caminos oscuros que ha transitado. "Esa mierda hay que sacarla", le explicaba.

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Gervasio Deferr / ATRESMEDIA

El duro relato de Gervasio Deferr, su caída a los infiernos

Después de ganar el oro en Sidney empezó su camino al infierno. Deferr pensaba "os van a doler las manos de aplaudirme. Yo era 'muy flipao'". "Cuando estoy en el aire, ya lo sé: cojo el suelo, me giro y ya sé que es una nota del 'copón'", explicaba sobre aquel éxito. "Lo disfruté muchísimo", admitió. Eso le convirtió en alguien muy conocido y valorado... "pero con cautela". 

"A mi se me va la olla y me creo Dios. Me convierto un poco en gilipollas. El mismo día, el 25 de septiembre un año después en 2001, entro en quirófano. En diciembre me operan del segundo hombro y me tiro meses viviendo en mi casa sin hacer nada, porque soy Gervasio Deferr y me creo la leche. Es ahí cuando empiezo a fumar (porros) con mis hermanos y demás...", relató.

Fue cuando dio positivo en el Mundial, por marihuana. "Ahí es cuando se me cayó todo", explicó. "Todos me señalan", relata, y explicó cómo fue la llamada a su padre para contarle que había dado positivo en cannabis. "El cabrón me colgó y estuvo un tiempo sin hablarme", recordó. Aquello vino de una filtración de la Federación Española de Gimnasia, del que no quiere decir el nombre. "Pensé: 'que os den por culo' y me fui a mi casa a fumarme un porro". Aquello fue definitivo para un cambio. "Después no volví a tener un patrocinio. Jamás. Ni en los dos Juegos posteriores con las medallas”.

"Mis padres no pensaban que pudiéramos vivir de la gimnasia, sabíamos que no iba a dar dinero. Yo he visto a mi madre quitarse un trozo del filete para dármelo a mi, porque venía de entrenar muerto de hambre", explicó.

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Gervasio Deferr / ATRESMEDIA

Después de dar positivo se rompió la espalda y tuvo que quedarse seis meses en casa. "Tuve que encerrarme otra vez. Me he comido mucho todo y cuando he explotado, lo he hecho mal. Tengo dos meses muy malos, salgo de fiesta mucho y como tenía dos 'after' de fiesta... El alcohol casi me destroza la vida", confesó.

"Yo no bebía al principio. Fue en Madrid, en las concentraciones cuando íbamos por ahí, si todo el mundo pedía una cerveza, yo me pedía un quinto", cuenta, antes de relatar las sustancias con las que acabó mezclando: "cocaína, speed, pastillas...". "Llamé a la Federación para avisar de que me quedaban meses para los Juegos y tenía que prepararme", relató. Pidió ayuda al Comité Olímpico Español para entrenar y limpiarse.

En Atenas falló y se apoyó en el alcohol y las drogas, nuevamente. "No me acuerdo ni cómo llegué. Vi a unas personas que estaban tomando algo y me metí una jarra enorme de cerveza. Al día siguiente me dijeron que estuvimos mucho tiempo, pero no recuerdo nada", insistió. Ese día logró su segundo oro olímpico. "Me fui con un oro olímpico y la sensación de que había fracasado", recordó. Sentía una gran presión y solo quería tomar alcohol por su frustración. "Estoy convencido de que el alcohol es la droga más peligrosa. Yo no me drogo con otras cosas si no bebo, es todo a través de ello. Y lo tenemos tan instaurado en todas las celebraciones. Siempre el alcohol está por delante", denunció.

Se retiró y dejó a su pareja. Cuando no sabía que hacer empezó a ir de bar en bar. "Por fin podía hacer lo que quiera, yo no tendría que pasar doping. En ese momento fumo, salgo, bebo y pierdo el tiempo. Me quedo tres años en Madrid pensando si me retiro o no, pero cada día estoy desde las 15:00 en bares con amigos y con vida social. Era dormir por la mañana, comer y luego por la tarde otra vez. Hubo un momento que me di cuenta que llevaba seis años bebiendo todos los días. Seis o siete medianas y dos o tres cubatas. Sin nada que hacer ni objetivo, al final te envenenas", admitió. Llegó un punto en el que le daba igual vivir o morir. "Había mañanas que me despertaba con sangre y no sabía si me había peleado. No sabía qué hacer y volvía a pasar, por mucho que me decía que no", dijo, antes de admitir que solo estaba con "sus demonios”.

La fama pudo con él. Reconoce que nadie te explica a batallar con ella.