La infanta Cristina podría haber sido para Juan Carlos I y la reina Sofía lo que para Felipe VI y Letizia es Froilán y Victoria Federica. Es la hija rebelde, se atrevió a desafiar a sus padres y no siguió las leyes de la institución. Ni se interesó por nadie de la realeza para formar una familia, ni tan siquiera quiso vivir en Zarzuela. Se desvinculó totalmente de todo cuando finalizó sus estudios de bachillerato. Terminó sus estudios en Barcelona, donde dio sus primeros pasos en el terreno laboral y se enamoró por primera vez. La prensa la siguió por toda la ciudad catalana y la descubrió con varias conquistas. Tenía mucho éxito principalmente entre los deportistas. Siempre se fijaba en ellos.

Juan Carlos I intentó frenar todas sus relaciones como hizo con Felipe VI, aunque no siempre lo consiguió. De hecho, nunca quiso que se casase con Iñaki Urdangarin, le traería la desgracia, pero finalmente sucedió y tuvieron cuatro hijos. Además, el exduque de Palma y el emérito entablaron una gran amistad.
Una de las parejas que más quebraderos dio a Zarzuela fue Jesús Rollán. La infanta siempre ha tendido a enamorarse de la persona equivocada. Francisco Ávila y Alberto Martínez escribían un libro dedicado al deportista, “Jesús Rollán: Eterno”, donde relatan con todo lujo de detalles la relación del waterpolista con la hija de la reina Sofía.
Jesús Rollán jugaba con las drogas
Se podría decir que el verdadero amor de Cristina fue Rollán. "Ella se había enamorado de Rollán, aunque finalmente la cosa no cuajó porque él tenía novia y nunca le dio el sí que ella anhelaba. Del amor, pues, pasaron a una amistad que parecía inquebrantable y que sirvió para que la hija de los reyes eméritos conociera al amor de su vida, el hombre que ha sido su marido durante casi 25 años". Continuó el contacto con ella y es que era muy amigo de la pareja, aunque se enfadó cuando no le invitaron a la boda.
“Desde el primer momento existió una gran afinidad entre Rollán y Cristina, dado el magnetismo del portero y su poder de seducción”, escriben los autores del libro, pero a Casa Real no les gustaba su carácter gamberro, no era una buena amistad para Cristina. “Una noche, por la Diagonal, el portero viajaba con Cristina en su coche; Jesús, para perder de vista a los escoltas, se saltó un par de semáforos en rojo, por lo que los guardas de seguridad de la infanta tuvieron que llamar a Cristina para que advirtiese a Jesús de que no volviera a hacerlo”.
El deportista se movía mucho por el mundo de la noche e incluso coqueteó con las drogas. Es uno de los problemas que le hizo perder su carrera deportiva, pero no es su único problema. Sufría brotes psicóticos. Terminó con una profunda depresión. “Él decía que era una persona que no podía estar sola y por eso su casa se convirtió en el Hostal Rollán Manzanares”, recuerda Alberto Martínez.
