Laurence Debray es este tipo de biógrafa francesa y groupie de Juan Carlos, admiradora personal obsesionada con él, que le ha escrito unas memorias autorizadas que son una autobiografía al dictado, una hagiografía, una novela de ficción. Nadie espera que Reconciliación, el libro donde Juan Carlos explicará su verdad, sea verdadero. Ya hace demasiados años que el emérito vivo entre tinieblas, por|para la edad, por|para la decrepitud que como dice Zarzalejos parece demencia senil: "Prefiero hablar de leve incapacidad cognitiva. Padece lapsus de memoria y tiene mala relación con la realidad. Le impide hacer autoevaluaciones de sus conductas". Alguien que no sabe evaluarse haciendo unas memorias. Absurdo. En el Instagram de la biógrafa ya se anuncia que Planeta publicará el libro el 12 de noviembre con una foto de portada mil veces peor que la que Pilar Eyre seleccionó para la biografía auténtica, la no autorizada:


Debray ha colgado una foto con Juan Carlos que destapa el estado actual del emérito, sentado por sus problemas de movilidad con la autora de pie, como dirigiendo la situación. Él con pantalones sin cinturón, como un abuelo que tiene que utilizar elásticos para facilitar que los pantalones no la caigan y que no le caigan, unas gafas de ver de cerca que nunca le habíamos conocido a Juan Carlos y un ademán de señor no ya grande sino viejo, que hará 88 en enero que parecen 98. Juan Carlos se apresura a sacar el libro que competirá en Francia con la edición francesa de Yo el Rey de Eyre y con las probables memorias de Juan Carlos que publicará Carlos Herrera y que son mucho más realistas, según parece, que el teatrillo autoindulgente que la Debray le ha organizado en su admirado Juan Carlos, a quién le dedica un preámbulo del todo ignominioso, como si el rey fuera un santo, maltratado e incomprendido y no lo que es, un delincuente económico, un evasor fiscal, un comisionista a escondidas y un adúltero.


Debray lo ha escrito en francés después de 2 años viviendo en Abu Dhabi y conversando con Juan Carlos: "Este libro debe reparar una injusticia. Si un monarca europeo coge su pluma tras cuarenta años de reinado, algo muy poco habitual, es porque el exilio en Abu Dabi, los reportajes sensacionalistas en la prensa rosa y los errores de un rey que también es un hombre con debilidades y tentaciones han empañado lo que ha sido un éxito democrático ejemplar. (...) Así, desde Valéry Giscard d’Estaing hasta su prima Lilibet, reina de Inglaterra, pasando por los Bush, padre e hijo, de una infancia junto a los Orleans, hasta un exilio voluntario junto a sus “hermanos” en los Emiratos Árabes Unidos, desde el Palacio de la Zarzuela hasta las excursiones náuticas de un entusiasta deportista, estas memorias reviven por fin a este Rey Lear al que ya no visita su hijo, el rey Felipe, y que, al llegar el ocaso, piensa como todo el mundo en su tierra natal, que ama y añora. Aquí explica sus errores y sus malas decisiones. No oculta nada de lo que lamenta. Habla con el corazón en la mano, como alguien que sabe que no le queda mucho tiempo y prefiera confesarse antes de mentir. “No tengo derecho a llorar”, dice. No, pero sí tiene derecho a decir la verdad". Juan Carlos a quien tiene que decir la verdad es primero a Hacienda, después a los jueces, a su mujer y finalmente a los españoles que le han pagado el salario. Y si le caen los pantalones, tirantes.