La realeza europea vuelve a sacudirse por un escándalo mayúsculo y esta vez la protagonista involuntaria es Mette-Marit de Noruega, quien jamás pensó celebrar sus 52 años en medio de un infierno mediático y judicial. Su hijo mayor, Marius Borg, se ha convertido en el personaje más polémico del país tras ser acusado de nada menos que 32 delitos, entre los que se incluyen violencia, acoso, filmaciones ilegales y hasta cuatro cargos por violación.

El día previo al cumpleaños de la princesa, la Fiscalía noruega encendió la bomba: anunció en rueda de prensa que existen pruebas documentales y testimoniales suficientes para considerar a Marius culpable. La gravedad del caso es tal que, de ser condenado, el joven podría pasar hasta diez años en prisión, arrastrando consigo a su madre en un torbellino de sospechas, rumores y posibles comparecencias en el banquillo de los acusados.

Escándalo real en Noruega: acusaciones devastadoras contra Marius Borg

La imagen de Mette-Marit, siempre discreta y protectora, se ve ahora empañada por un historial delictivo que la prensa local describe como el de un “depredador reincidente”. Según la investigación, el hijo de la princesa noruega comenzó a delinquir desde los 21 años, dejando tras de sí un rastro de violencia doméstica, alteraciones del orden público y un modus operandi escalofriante en sus presuntas agresiones sexuales.

La Fiscalía asegura que en las cuatro ocasiones denunciadas, Marius actuó con el mismo patrón: conocía a mujeres en discotecas, mantenía relaciones consentidas y, una vez las jóvenes estaban inconscientes o dormidas, las violaba y grababa los actos en su móvil. Los hallazgos son espeluznantes: en dispositivos electrónicos incautados a Borg, los investigadores encontraron material relacionado con 16 mujeres distintas, lo que agrava aún más el caso.

La sospecha sobre Mette-Marit: ¿protección maternal o abuso de poder?

Pero el verdadero terremoto para la Casa Real noruega no es solo el prontuario de Marius, sino la sombra que se cierne sobre su madre. La policía sospecha que Mette-Marit utilizó sus privilegios para encubrir a su hijo tras uno de sus altercados violentos con su pareja. Según filtraciones, la princesa habría alertado a Marius de una inminente detención y hasta le habría ayudado a “limpiar” pruebas en su apartamento. Este detalle ha puesto en jaque a la monarquía, ya que la Fiscalía no descarta llamar a la princesa a declarar en calidad de testigo o incluso como investigada. Para muchos observadores, este escenario significaría un golpe durísimo a la imagen de la corona noruega, que siempre se ha presentado como ejemplo de transparencia y cercanía. 

Mientras tanto, el príncipe Haakon intenta mantener el temple en sus actos oficiales. Sin embargo, su breve declaración a la prensa —“Esto debe seguir en los tribunales, que decidirán cómo termina”— no ha logrado acallar la presión mediática. La tensión dentro de la familia real es evidente: lo que debía ser un cumpleaños íntimo y feliz para Mette-Marit se transformó en un episodio de angustia, nerviosismo y miradas incómodas en cada aparición pública.

El futuro de Marius Borg, y en consecuencia la reputación de la Casa Real noruega, se juega ahora en los tribunales. Los analistas coinciden en que el proceso judicial será largo, mediático y doloroso. Si se confirma la culpabilidad de Marius, Noruega se enfrentaría a uno de los capítulos más oscuros en la historia de su realeza, con un hijo pródigo convertido en delincuente y una princesa obligada a dar explicaciones ante la justicia.