La visita de Estado a Holanda hace días que acababa oficialmente, pero el tema todavía colea. Reyes holandeses y españoles han vuelto a su rutina habitual, con Felipe VI y Letizia celebrando el 23 de abril y el Día del Libro, que no propiamente Sant Jordi, con la entrega del premio Cervantes a Luis Mateo Díez. Un acto cultureta es siempre un territorio amable para la reina española, le encanta charlar con escritores, cantantes y figuras de las artes. La cita de este martes era, por lo tanto, de las que apetecen, a pesar del trance de tener que compartir tiempo y espacio con VIPS que no serían de su cuerda, como algunas figuras políticas. En todo caso, un escenario cómodo, difícil tropezar. Cosa muy necesaria para ella y sus problemas en los pies, y que se han manifestado de manera aguda en Ámsterdam.

Con respecto al lado holandés, Máxima también ha recuperado su agenda. La argentina desprende siempre una luz y una proximidad que son la envidia de la Casa Real española. No hay color. La hemos visto radiante y exultante, risueña como nunca, durante la visita a una localidad de la geografía de los Países Bajos, Waalwijk, de 50.000 habitantes. Allí hay un museo muy particular, el Schoenenkwartier. Y cosas de la agenda, ha coincidido la excursión a sus instalaciones con la resaca de todo lo vivido al lado de los homólogos españoles. Seguro que la escena de Letizia atendiendo al besamanos en un taburete, incapaz de soportar el dolor de los pies por abusar de los tacones extremos, todavía recorre la mente de esposa de Guillermo. Durante la cena de gala, algunas expresiones describían la estupefacción del incidente.

Letizia, asegura durante el besamanos (EFE)
Letizia sentada en ell besamanos / EFE
Máxima EFE
Máxima de Holanda / EFE

Para aquellos que no sepan neerlandés, el Schoenenkwartier es un museo del calzado. La pesadilla de una Letizia que sueña con caminar descalza sobre nubes, sin sentir ninguna presión, inflamación ni dolor espantoso por el neuroma de Morton ni la metatarsalgia que le roba el sueño. Sí, el calzado es uno de los complementos que más gusta a la consorte, pero también se han convertido en los más peligrosos. Hace años que lucha contra las molestias, pero no acaba de optar por la decisión más radical y juiciosa: abandonar las alturas, los stilettos y este universo de calzado. Bajar a la tierra. A la normalidad. Ella no, jo**da pero contenta, ya saben. Con perdón. Ahora, durante una temporada, tiene que rebajar algunos centímetros. Es eso o pasar por quirófano.

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Los pies de Letizia, este 23 de abril de 2024 / GTRES

Con todos estos antecedentes, ver a la reina Màxima tronchándose de risa con varios zapatos en sus manos no pasa desapercibido. Las comparaciones entre las dos monarcas son recurrentes, es uno de los deportes favoritos de los cronistas royals. Y claro, justo después de la catástrofe protocolaria por la salud exigua de la representante patria, el gesto se entiende desde una óptica de descortesía total. De hostilidad, una vez más, de la argentina desagradecida. Todo esto dicho con la máxima ironía, claro, porque en realidad, las fotos de Máxima son magníficas y transmiten naturalidad. Tampoco pedimos más a reyes y reinas: ya que les pagamos la fiesta, al menos que no den vergüenza. Máxima domina el oficio. Es así.

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Máxima en un museo de zapatos / GTRES
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Máxima en un museo de zapatos / GTRES
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Letizia en Holanda / GTRES