Fue una coronación discreta y con mucho pudor. Dinamarca asistía el domingo pasado a la proclamación de Federico X como nuevo monarca, tras la abdicación de la reina Margarita como colofón al escándalo Genoveva Casanova. Sí, las crónicas hablan de 150.000 ciudadanos vitoreándolos, también de "gran aceptación popular" del nuevo rey. Curioso: hace pocas semanas, diarios y cadenas de televisión locales hablaban del batacazo sideral de Federico en las encuestas de opinión, después de pillarlo en Madrid de parejitas en una actitud más que sospechosa. Su mujer y actual consorte real, Mary de Dinamarca, se llegó a largar con sus hijos en plenas fiestas de Navidad, como amenaza y represalia. La suegra tuvo que reconducir el desastre inminente. Anunciaba por sorpresa que lo dejaba y ungía como sucesor al príncipe bajo juicio popular, convirtiendo en reina con todos los honores a Mary. Una recompensa por no marear más la perdiz.

Una cosa es aceptar el trato, pero otra diferente es que la mujer engañada no tenga derecho a ajustar cuentas con su respectivo. Y la escena culminante del fin de semana en el balcón del Palacio de Christianborg, con el famoso beso real en dos tentativas, es inapelable. Mary le giró la cara a Federico X sin ningún tipo de discusión, una cobra con todas las letras. Un desafío, un "esta me la pagas", o un "aquí mando yo". Solo la mirada al interior de la estancia, donde sus hijos asistían a la maniobra evasiva, hizo recapacitar a la australiana y volver a cumplir con el papel asignado. Pero el rey tendrá que sudar. Sus lágrimas saludando a los súbditos son producto, precisamente, de tensiones y penitencia.

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Federico X llora / EFE

Una de las noticias de la ceremonia fue la ausencia de la cuñada del rey, Marie. La francesa, mujer del príncipe Joaquín, no tiene buena relación con los nuevos monarcas y se quedó en EE.UU. con sus hijos. Tiene motivos y serios. Su marido tuvo que cargar el muerto a solas: la relación no es un paseo por el campo, hay muchos reproches entre los dos bandos. ¿El motivo? Que los Glücksburg son ligeritos. Les gusta jugar fuera de casa, tienen una fuerte tradición en la materia. El divorcio de Joaquín provocó un cisma, un acuerdo de divorcio millonario, mal rollo y desconfianza. Prueba de eso es que, a raíz del incidente, a Mary la obligaron a aceptar unas capitulaciones matrimoniales muy estrictas. Pero hay otro exponente de la enemistad, una vieja anécdota del pasado que hizo temblar la corona danesa. Otro beso.

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El beso de Federico X y Mary ante sus hijos / EFE

Los protagonistas son, por una parte, la nueva reina de Dinamarca, y por la otra el mencionado hermano de Federico X. En 2005 la prensa danesa aseguraba que el príncipe Joaquín estaba enamorado de la mujer de su hermano. Y una revista sueca publicó, tres años después y antes de su boda, una fotografía en portada explícita con titular demoledor: intentaba besar a la australiana en una fiesta, Joaquín toquetea a Mary!", recuerda 'Lecturas'. "La cogió y la besó. Un contacto físico que no fue fraternal, sino un ataque apasionado que acabó con un largo beso en la boca. La bella Mary no solo se dejó besar, también participó con una sonrisa. Mientras tanto, una Marie con cara de circunstancias pasó el mal rato de la manera más civilizada que pudo". Los fríos royals daneses y su forma de dar calorcito son un mundo aparte. A Joaquín le ponen las Marys, por cierto.

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Mary y Joaquín de Dinamarca se besan / Svensk Damtidning
Joaquín y Marie Dinamarca GTRES
Joaquín y Marie de Dinamarca / GTRES