Juan Urdangarin creció en medio de una tormenta que no era suya. Cuando el caso Nóos sacudió a la familia, él apenas era un niño que no entendía del todo por qué su apellido aparecía en los titulares. Pero en el colegio sí lo entendieron. Le señalaron, le pusieron etiquetas, le lanzaron palabras que ningún niño debería escuchar. “Ladrón”, “chorizo”, “vergüenza”. Y mientras tanto, él intentaba mantener la cabeza alta, aunque la mirada se le llenara de tristeza.

Como hermano mayor, cargó con más peso del que le correspondía. Cuando su padre, Iñaki Urdangarin, entró en prisión, Juan dejó de ser solo un hijo: se convirtió en una especie de figura paterna para los tres pequeños. Maduró a golpes, sin tiempo para jugar ni protestar. Su infancia quedó aparcada entre mudanzas y silencios. Cristina de Borbón, decidida a proteger a los suyos, abandonó España y buscó refugio en el extranjero. Estados Unidos primero, Suiza después. En casa ya no había paz, solo miradas y cuchicheos.
Aquel exilio no fue fácil. Juan se quebró por dentro. La infanta, preocupada, recurrió a psicólogos para intentar recomponer lo que el escándalo había roto. Años después, el joven decidió que necesitaba respirar lejos de todo. Pidió permiso para volar solo y acabó instalándose en Reino Unido. Allí estudió, trabajó y, sobre todo, comenzó a sentirse libre. España dejó de estar en sus planes. No por rencor, sino por cansancio. Porque cada regreso sería revivir lo mismo.
Lo curioso es que Reino Unido, que en principio iba a ser solo una etapa, terminó convirtiéndose en su hogar. Se formó allí, encontró un empleo y poco a poco construyó una vida discreta y estable. Hoy, Juan Urdangarin apenas usa el español. Su día a día transcurre en inglés, entre aeropuertos y circuitos, ya que trabaja desde hace cuatro años en la Fórmula E, el campeonato mundial de monoplazas eléctricos.
Juan Urdangarin sufrió bullying a manos de Letizia
La empresa, fundada por Alejandro Agag, yerno de José María Aznar, reúne a jóvenes profesionales de distintos países con una clara vocación sostenible. Juan forma parte del equipo de logística y organización de eventos, lo que le obliga a viajar constantemente para coordinar carreras y supervisar detalles técnicos. En una ocasión, la revista ¡Hola! lo captó trabajando en la carpa de hospitality, repartiendo agua y sonriendo, como si por fin hubiera encontrado su sitio.
Juan Urdangarin no tiene intenciones de volver a España ni quedarse en Zarzuela como sus hermanos. El joven ha salido muy escarmentado. Recuerda el mal momento que vivió con Letizia. No es ningún secreto que la monarca nunca ha querido a los Borbón y los intentó echar de palacio. Cuando Juan volvió por unos meses y se instaló con la reina Sofía y sus hermanos le recordó que era hijo de un ladrón, haciendo referencia a Iñaki Urdangarin. Esto le dolió porque era algo similar a lo que le decían cuando era pequeño en la escuela. Sufrió bullying por ello y le ha costado recuperarse.
