Juan Urdangarin, el hijo mayor de la infanta Cristina, vive desde hace años en Londres. Allí ha intentado llevar una vida discreta, lejos del ruido mediático que marcó su adolescencia. Pero el pasado no se borra con distancia. El estallido del caso Nóos fue el inicio de un largo calvario. Su familia quedó señalada. Su apellido, manchado. Y él, siendo el mayor, fue el que más lo notó. Rechazo, humillaciones, bullying y aislamiento. Tuvo que dejar el colegio en Barcelona tras sufrir acoso escolar. Después vino Suiza, el paso por Estados Unidos, y más tarde, Inglaterra. Siempre huyendo en las sombras.

Mientras sus hermanos se dejaban ver más, Juan optó por desaparecer. Se refugió en la espiritualidad y la fe. Incluso en largos retiros en conventos, donde pasaba semanas sin teléfono, sin redes, totalmente desconectado del mundo.

Juan Urdangarin / Gtres
Juan Urdangarin / Gtres

Juan Urdangarin no remonta

Pero esa estrategia ha dejado de funcionar. Su equipo de psicólogos, que lo sigue desde Suiza, ha detectado problemas psicológicos. Advierten un estado de agotamiento crónico y desconexión emocional. Vivir en Londres, lejos de su entorno, lo está consumiendo.

En este contexto, los expertos han sido claros. Debe cambiar de aires, al menos por unos meses. Juan ya pasó un tiempo en la Zarzuela el verano pasado, tras una crisis con su compañero de piso. Pero entonces no se le permitió quedarse. Ahora la infanta Cristina le ha pedido a Felipe VI que, si lo necesita, le abra las puertas de nuevo.

Cambio de aires para recuperar la paz interior

La idea no es instalarse de forma permanente. Es solo una evacuación temporal, recomendada por profesionales. Juan pasará parte del verano en Madrid, posiblemente acompañado de sus hermanos. También se baraja una escapada a Cerdeña, donde ya encontró alivio en años anteriores.

Juan Urdangarin GTRES
Juan Urdangarin GTRES

En Londres deja atrás un trabajo vinculado a una empresa del entorno de José María Aznar, y una vida profesional que nunca logró despegar del todo. Su atención ahora no está en el currículum, sino en sobrevivir emocionalmente. También se aleja del compañero de piso con el que tuvo problemas el año pasado y se reconcilió en septiembre, pero del que ahora se ha vuelto a distanciar.

A sus 25 años, Juan Urdangarin quiere algo simple: paz interior. Algo que no ha tenido desde niño. Culpable de nada, pero señalado por todo, ahora busca, quizás por primera vez, vivir como una persona normal. Y si eso implica volver a casa, aunque sea temporalmente, lo hará.