Juan Carlos ya está en Galicia en un barco haciendo ver que compite rn las regatas. A sus 86 años los ciudadanos agradecen que este anciano no siga al frente de la monarquía, el Ejército y el arbitraje entre partidos. Si no hubiera tropezado de noche y no se hubiera roto la cadera después de una cacería secreta de elefantes en Botsuana en plena crisis económica con el índice de paro, pobreza y miseria desatado en España, todavía este hombre mayor, jorobado y según expertos, con demencia senil, sería el rey. Si no hubiera abdicado nadie habría osado sacar sus trapos sucios con comisiones multimillonarias ilegales y defraudadas a Hacienda. Pero Felipe y Letizia tenían prisa para reinar y sacárselo del encima. Desde que abdicó, Juan Carlos es un alma en pena, exiliado, enfermo pero eso sí: inmensamente rico. Desde que Felipe es el cornudo de España y Letizia la adúltera, la presión de Zarzuela sobre el emérito ha disminuido. Nadie es perfecto y pelillos a la mar, nunca mejor dicho. El rey ha vuelto al mar con el Bribón: No puede ni bajar unas escaleras:
4 horas dos días a la semana es toda la ayuda que los servicios sociales conceden a mi madre, enfermera muy avanzada de Parkinson y dependiente...este cabrón lleva un séquito para navegar con el dinero que nos robó. No es justo. #RepublicaYa pic.twitter.com/9hFzNShX8A
— Laura (@Rodraedo) March 16, 2024
Juan Carlos sigue en Pontevedra haciendo regatas, un mar donde Leonor hará su segundo año de servicio militar en la Marina, una vez acabe la estancia en Zaragoza. Coincidirán abuelo y nieta en el mar, si la salud lo respeta. Juan Carlos está fastidiado de salud pero nada indica que su final sea pronto. Va con un anillo de titanio en el dedo para estar permanentemente controlado, electrocardiograma, oxígeno en sangre, etc., y sigue socializando: marisco, alcohol y vida de rico. Una foto de perfil esta noche entrando en el restaurante revela que le ha salido joroba, como a ciertas personas que tienen problemas de movilidad y caminan con la ayuda de un bastón. Juan Carlos jorobado:
En Sanxenxo ha tenido la compañía habitual de su hija Elena, la única de sus herederos que vive en España, con Victoria Federica de Instagramer y Pablo trabajando en Granollers. El resto de herederos viven fuera de la Unión europea entre Suiza, Londres y los Emiratos Árabes. Todo fuera del control de Hacienda. Elena encantada de la vida haciendo el papel de muleta. Ha asistido a un momento extraño: alguien le ha lamido la cara al rey en público, en los morros. no es Corinna, ni Marta Gayá ni la novia de turno del octogenario. Era un perro:
Antes de subir al Bribón, se quedó hablando con los miembros de la tripulación, con su hija mayor, la infanta Elena, y también conversó con una mujer que traía un perro en brazos. Fue entonces cuando el perro empezó a lamerle la cara al rey Juan Carlos, que tuvo una reacción inesperada. Lejos de enfadarse, el padre de Felipe sonrió, se mostró encantado y presumió del amor que tiene los animales, en contra de Letizia que echó de casa el perro de Felipe al que, según Peñafiel, "comieron las alimañas del monte de Zarzuela" Juan Carlos amante de los perros, y de sus amantes.