La infanta Elena ha sido, desde siempre, el mayor apoyo y la más inquebrantable defensora del rey emérito Juan Carlos I. Desde que el ex monarca se instaló en el exilio en los Emiratos Árabes Unidos, Elena ha viajado decenas de veces para visitarle. En España, es su compañera habitual en regatas y otros actos públicos, representando no solo un vínculo familiar, sino un lazo de lealtad absoluta.

Elena, madre de Victoria Federica y Froilán, nunca ha cuestionado los episodios más oscuros del reinado de su padre: ni las humillaciones hacia la reina Sofía, ni las múltiples corruptelas financieras que empañaron la imagen del que fuera el rey de España durante décadas. Es fiel al ex monarca de forma absoluta.

Juan Carlos Elena / EP
Juan Carlos y Elena / EP

La infanta Elena, muy preocupada por su padre, el rey Juan Carlos I

En este contexto, la infanta es quien más al día está de la salud de Juan Carlos. Y por este motivo, la preocupación ha ido en aumento. Sabe lo delicado que está y teme que muera fuera de España. En reiteradas ocasiones ha expresado su inquietud a su hermano, el rey Felipe VI, único con la capacidad de decidir el regreso del emérito a España. Sin embargo, el monarca ha dejado claro que Juan Carlos I solo será traído de vuelta cuando su estado de salud sea terminal. En ese momento, podrá venir a morir en Madrid.

La situación del rey emérito es cada vez más desgarradora. Hace poco recibió informes médicos devastadores: los tratamientos con medicina regenerativa han dejado de funcionar. Se enfrenta a un futuro postrado en una silla de ruedas, una imagen que él no soporta. No quiere verse como alguien dependiente, sin movilidad ni autonomía.

Juan Carlos I en Sanxenxo GTRES
Juan Carlos I en Sanxenxo GTRES

Juan Carlos I, al borde de la depresión

Este miedo lo consume. Tiene pánico a la muerte, al deterioro físico, y sobre todo, a la soledad. Aunque viva rodeado de un séquito de gente que le atiende constantemente, sabe que están ahí por dinero, no porque le tengan estima. Son simples trabajadores que quieren que siga vivo para mantener el sueldo, nada más. De quienes un día le quisieron, quedan muy pocos. Año tras año se siente más débil, más lejos de lo que fue. Personas cercanas aseguran que sufre pesadillas frecuentes, y que cada día es una lucha contra la depresión.

En este contexto de vulnerabilidad extrema, la infanta llama a diario a Juan Carlos I cuando no está con él. Y es habitual que su padre rompa a llorar, incapaz de articular una frase completa. La última conversación tuvo lugar la madrugada del jueves al viernes. Elena intenta consolarlo, como ha hecho tantas veces. Sabe que la soledad, la vejez, y la sensación de abandono están haciendo mella en el ánimo del emérito. La infanta teme que esta situación desemboque en una depresión severa, a una edad en la que cualquier complicación de salud puede ser definitiva.