La reina Sofía atraviesa uno de los periodos más delicados de su vida. A sus 86 años, la madre de Felipe VI y emérita consorte no solo enfrenta el desgaste natural de la edad, sino también un cúmulo de situaciones personales que han afectado profundamente su salud emocional y física. En los últimos meses, su entorno más cercano ha expresado su preocupación por el deterioro que ha mostrado tanto en sus apariciones públicas como en la intimidad del Palacio de la Zarzuela.
Una de las situaciones más alarmantes se vivió recientemente, cuando la infanta Elena, en una de sus habituales visitas a su madre, se encontró con una escena que no olvidará: Sofía estaba tirada en el suelo, sin poder moverse por el dolor de una caída repentina. El incidente ocurrió dentro de la residencia privada de la reina emérita, donde habitualmente pasa los días acompañada de su hermana, la princesa Irene de Grecia, y parte de su equipo de confianza.
Percance con la reina Sofía en Zarzuela
Elena, al ver a su madre en ese estado, actuó con rapidez. Llamó inmediatamente a los servicios de emergencia, y, además, se puso en contacto directo con su hermano, el rey Felipe VI, para informarle del estado de su madre. La tensión fue máxima durante los primeros minutos, ya que no sabían si se trataba de una lesión grave. Por suerte, tras ser atendida por personal médico, se descartaron fracturas, aunque la caída dejó secuelas de dolor persistente y un claro aviso de que Sofía necesita más cuidados y descanso.
El contexto emocional tampoco ayuda. La reina emérita ha sufrido en los últimos años la pérdida de su hermano, el rey Constantino de Grecia, con quien mantenía un estrecho vínculo.
Los momentos más difíciles para la reina Sofía
A ello se suma el duro diagnóstico de Alzheimer de su hermana Irene, quien lleva décadas residiendo con ella. La situación ha tenido un evidente impacto en Sofía, que ha pasado de ser una figura activa y con carácter firme a mostrarse más frágil, en ocasiones desorientada y con señales visibles de agotamiento.
Mientras tanto, escándalos como las fotografías comprometedoras de Juan Carlos I junto a Bárbara Rey merman todavía más su ánimo. Porque una cosa es saberlo y otra verlo con sus propios ojos. Aunque ya había vivido episodios similares durante su matrimonio, la exposición mediática en estos momentos ha supuesto una nueva humillación pública.