La infanta Cristina atraviesa uno de los momentos más amargos de su vida personal. No se trata de su divorcio con Iñaki Urdangarin ni del caso Nóos que marcó para siempre su reputación, sino de algo mucho más íntimo: la indiferencia de Leonor y Sofía hacia sus hijos. Desde la fiesta por el 18 cumpleaños de la heredera, los primos no han vuelto a coincidir ni a mantener contacto alguno, una situación que la hija de Juan Carlos I lleva muy mal.

Aunque en público Cristina intenta mantener una sonrisa diplomática, en privado confiesa a sus allegados que esta “fría distancia” entre las nuevas generaciones de Borbón es para ella una auténtica tragedia. En su entorno aseguran que la relación entre los jóvenes está prácticamente rota y que ni Irene, ni Juan, ni Miguel, ni Pablo tienen cabida en la vida de las hijas de los reyes.

La infanta Cristina en un partido de balonmano de Pablo Urdangarin  / Gtres
La infanta Cristina en un partido de balonmano de Pablo Urdangarin / Gtres

El veto silencioso de Letizia y la brecha entre los Borbón-Urdangarin

Las especulaciones apuntan a que la reina Letizia ha movido ficha de manera estratégica. Considera que los Urdangarin representan una mala influencia para sus hijas, del mismo modo que en el pasado puso distancia con los Marichalar. Fuentes cercanas sostienen que, en privado, la consorte jamás perdonó que los escándalos de Iñaki salpicaran la imagen de la monarquía, y por ello decidió que ni Leonor ni Sofía debían convivir con esos primos que arrastran el “sello incómodo” de los Urdangarin.

La consecuencia es un abismo familiar. Los hijos de la infanta Cristina han crecido prácticamente sin el cariño de sus primas, pese a que Irene y Leonor comparten la misma edad. Curiosamente, la hija pequeña de Cristina ha encontrado más afinidad con Victoria Federica, quien, a pesar de ser mayor, comparte con ella la cercanía y complicidad que nunca logró con las hijas de Felipe y Letizia.

Felipe VI y su hermana, un acercamiento marcado por las heridas del pasado

Paradójicamente, mientras los primos se alejan, Felipe VI y Cristina han conseguido limar asperezas tras más de una década de distancia. El caso Nóos, la entrada de Urdangarin en prisión y la retirada del título de duques de Palma supusieron un muro entre ellos. Sin embargo, tras el divorcio oficial de la infanta, el actual rey decidió dar un paso adelante y recuperar la relación con su hermana.

Felipe VI y la princesa Leonor / EFE
Felipe VI y la princesa Leonor / EFE

Se les ha visto juntos en eventos familiares y en actos institucionales, lo que dio esperanzas a la reina Sofía, quien siempre ha soñado con ver a su familia reconciliada antes de morir. Pero la realidad es más dura: los nietos de la emérita parecen haber heredado las diferencias de los adultos, prolongando las tensiones en la siguiente generación.

Cristina, que ya soportó el calvario mediático de su matrimonio y posterior divorcio con Iñaki Urdangarin, vive este nuevo desencuentro como un golpe difícil de digerir. Ha transmitido a su hermano el pesar que siente por ver cómo sus hijos permanecen aislados de sus primas, aunque sabe que ni el rey ni ninguna otra persona parecen dispuestos a desafiar las decisiones de Letizia en este asunto.

“¿Qué culpa tienen los niños?”, habría confesado la infanta en una charla íntima. Pero el peso de la historia y las tensiones acumuladas han hecho que los Urdangarin y las hijas de Felipe VI vivan en mundos paralelos. Y aunque Cristina sueña con una reconciliación entre primos, todo apunta a que esa unión familiar nunca llegará.