La infanta Cristina ha llevado una vida a todo lujo y no es extraño con un sueldo de 400.000 euros al año. A sus cuatro hijos no les ha faltado absolutamente nada, pero es que han contado con la inestimable ayuda de Juan Carlos I. El emérito no ha hecho distinciones con nadie. Ha tratado a todos sus nietos por igual, a todos les ha ofrecido su protección y se ha encargado de financiar sus estudios. Menos de Leonor y Sofía. Felipe y Letizia se desvincularon por completo del marido de Sofía y ellos mismos cubrieron todos los gastos escolares de las niñas.
Aunque los Urdangarin ya han acabado sus estudios, a excepción de Irene Urdangarin que empezará la universidad este próximo mes de septiembre en Ginebra, Juan Carlos también se ha encargado de utilizar sus influencias para buscarles trabajo. La hija pequeña de los Urdangarin tiene claro que estudiará hostelería y gestión empresarial hotelera en la École Hôtelière de Lausanne, la universidad más prestigiosa de Ginebra.

La universidad es muy selectiva y en las arriesgadas pruebas de acceso le pidieron un currículum donde debía demostrar experiencia previa. Lógicamente, debido a su temprana edad no tenía ni un solo día de experiencia en el sector. La familia no tardó en buscarle un sitio donde poder hacer prácticas y ganarse la matrícula.
Juan Carlos utiliza sus contactos para buscar trabajo a sus nietos
En estas últimas semanas Irene Urdangarin ha realizado las prácticas en un hotel de Ginebra. Estuvo un total de dos semanas. Consiguió entrar al hotel gracias a la insistencia de Juan Carlos I. La carrera escogida por Urdangarin es el Bachelor in International Hospitality Management, con una duración de tres años, y uno preparatorio.

Pero no es a la única a la que Juan Carlos le ha ayudado. El discreto Juan Urdangarin, el mayor de la familia, también ha conseguido trabajo gracias a las influencias del emérito. Este verano se encuentra en Cerdeña trabajando como ayudante de producción en una empresa de organización de eventos de Alejandro Agag, yerno del expresidente Alejandro Agag. El hijo de la infanta Cristina siempre ha sido un amante de los coches y parece que se ha aficionado a la Fórmula E, la versión ecológica de la Fórmula1.