Desde los elegantes pasillos del exclusivo colegio Santa María de los Rosales, un niño rubio, de mirada celeste y apellido Borbón, acaparaba las miradas. Felipe VI, entonces príncipe de Asturias, no era solo un alumno más: su sola presencia alteraba rutinas, despertaba comentarios y, sin quererlo, alimentaba rumores. Pero, a pesar del glamour que lo envolvía, había un detalle que lo marcó durante su etapa escolar: "siempre llegaba tarde". Y esa costumbre, repetida día tras día, no tardó en convertirse en una etiqueta difícil de quitar.

Lejos de lo que se esperaba de un futuro monarca —disciplina, rectitud, ejemplaridad—, su fama de impuntual generó más de un reproche silencioso entre profesores y alumnos. Aunque algunos pensaban que se trataba de simple desinterés, la verdad que se escondía tras ese retraso matutino desmonta esa teoría. Felipe no era culpable... pero sí el blanco de las críticas.

Felipe VI  / Gtres
Felipe VI / Gtres

Los rumores sobre la impuntualidad de Felipe VI en el colegio

Para muchos de sus compañeros, ver al joven Borbón entrar al aula cuando el reloj ya había marcado el inicio de clases era parte de la rutina diaria. Con una sonrisa tímida y el uniforme siempre impecable, Felipe VI cruzaba la puerta acompañado por la atenta mirada de su madre, la reina Sofía, quien personalmente lo dejaba cada mañana en el colegio.

El retraso, sin embargo, generaba malestar. En un ambiente de élite donde el cumplimiento de las normas era incuestionable, su llegada tardía empezó a levantar sospechas: ¿Acaso el heredero tenía privilegios? ¿Se le permitía lo que a otros no? Las malas lenguas lo catalogaban como “el niño mimado que no respetaba las reglas”, y esa imagen comenzó a consolidarse sin que él pudiera defenderse.

Ágatha Ruiz de la Prada rompe el silencio sobre los verdaderos motivos

Décadas más tarde, una voz del pasado arrojó luz sobre el misterio. Ágatha Ruiz de la Prada, compañera del rey en sus años escolares, relató en televisión una versión muy distinta de la historia. Según la diseñadora, Felipe VI no llegaba tarde por capricho, sino por motivos que iban más allá de la comprensión infantil: "Creo que era por seguridad. Esperaban a que pasase todo el mundo y cuando llegaba él estaba vacío todo", confesó la aristócrata.

Ágatha Ruiz de la Prada Cuatro
Ágatha Ruiz de la Prada Cuatro

Esta afirmación pone en evidencia una realidad pocas veces contemplada: la extrema vigilancia que rodeaba al príncipe. Las medidas de protección incluían evitar aglomeraciones, modificar rutas y esperar el momento exacto para su ingreso, siempre resguardado de miradas indiscretas y posibles amenazas. Esa rutina secreta, imperceptible para sus compañeros, se transformó en la causa involuntaria de su impuntualidad. Pese a que vivía una infancia "normalizada" dentro de lo posible, Felipe VI enfrentaba una carga invisible que no compartía con ningún otro alumno. Mientras algunos lo envidiaban por su estatus, otros lo juzgaban sin saber que cada uno de sus movimientos estaba calculado. La puntualidad escolar no era una decisión suya, sino una cuestión de Estado.

Paradójicamente, esa fama injusta lo acompañó durante años, reforzando la imagen de royal privilegiado. Sin embargo, con el tiempo, quienes lo conocieron de cerca supieron diferenciar entre lo que parecía y lo que realmente era. Hoy, con el paso de los años, se comprende que la impuntualidad del entonces príncipe Felipe no fue más que un efecto colateral de la vida real.