El Toisón de Oro vuelve a ser protagonista. Lo que debía ser un acto institucional discreto, se ha convertido en un nuevo foco de tensión entre la Zarzuela y La Moncloa. El rey Felipe VI ha decidido conceder la más alta distinción de la Corona al ex presidente Felipe González, además de a los otros dos padres vivos de la Constitución de 1978, Miguel Herrero de Miñón y Miquel Roca.
A primera vista, el gesto parece un homenaje simbólico al cumplirse medio siglo del fallecimiento de Franco y del inicio del proceso democrático. Sin embargo, el anuncio ha caído como una bomba política en el Gobierno de Pedro Sánchez. En La Moncloa muchos interpretan la decisión del monarca como una maniobra de fondo, un mensaje directo que rompe la aparente neutralidad de la Corona.

Un gesto del rey Felipe VI que Pedro Sánchez se toma como una declaración de intenciones
El malestar no ha tardado en extenderse por los pasillos del Ejecutivo. Algunos ministros reconocen que ensalzar a Felipe González, precisamente ahora, “pasará factura”. No es solo una cuestión de protocolo: González es un crítico abierto del actual presidente, un referente del viejo socialismo que no comparte el rumbo del PSOE de Sánchez. Y que sea el rey quien lo premie con el Toisón de Oro, multiplica el simbolismo.
En Zarzuela, en cambio, defienden la medida como un acto de justicia histórica. Aseguran que no existe ningún cálculo político y que el reconocimiento responde únicamente a “méritos constitucionales”, según recoge ESdiario. Pero el gesto ha encendido las alarmas. En el entorno del Gobierno se habla de un “golpe sutil” de la Casa Real, un intento de reafirmar su papel institucional frente al creciente control del Ejecutivo sobre los espacios públicos y mediáticos.
En el PSOE no ha gustado la decisión del monarca
El contexto no ayuda. Desde hace meses, las relaciones entre Felipe VI y Pedro Sánchez atraviesan su momento más delicado. La brecha se agrandó tras los episodios de la DANA en Valencia, en 2024. Aquella tragedia, con más de 200 víctimas, de la cual hoy se cumple un año, dejó al descubierto dos formas opuestas de actuar. Mientras Sánchez abandonaba Paiporta por la puerta trasera ante la indignación de los vecinos, el rey permanecía entre ellos, escuchando, estrechando manos y pronunciando un discurso cargado de empatía. Desde entonces, la relación entre ambos poderes se ha vuelto muy tensa.

Con este nuevo paso, Felipe VI coloca a González en el centro de la diana, y a Sánchez en una posición incómoda. Mientras que la independencia del monarca es puesta en duda. En el fondo, el Toisón de Oro es mucho más que un colgante dorado: es una declaración. Y aunque desde el Palacio aseguran que todo responde a la memoria democrática, en los despachos del Gobierno se respira molestia.