Pocos imaginaron que el príncipe Harry y Meghan Markle, tras renunciar a sus deberes reales en 2020, terminarían viviendo como auténticos magnates de Hollywood. Sin embargo, la pareja ha encontrado su propio palacio en Montecito, California, una propiedad de 25 millones de euros que se ha convertido en su santuario familiar y su símbolo de independencia. Con nueve habitaciones, 16 baños, jardines de ensueño y una lista de comodidades que rivalizan con un resort de lujo, esta residencia está diseñada para una vida royal… pero al estilo californiano.

Lejos de la fría solemnidad del Palacio de Kensington, la mansión de los Sussex parece salida de una película de época italiana. Entre sus características más llamativas, destacan sus extensos jardines cubiertos de rosales, un estanque privado, una huerta orgánica y hasta un gallinero que Meghan considera su rincón de desconexión. Además, los pequeños Archie y Lilibet disfrutan de un área de juegos exclusiva, con columpios y césped infinito.

El hogar de Harry y Meghan: un santuario lleno de simbolismo y sofisticación

Fue en una entrevista con ‘The Cut’ en 2022 cuando Harry confesó un detalle íntimo: “Una de las primeras cosas que vio mi esposa al pasear por la casa fueron esas dos palmeras, ¿Ves cómo se conectan en la base? Dijo: ‘Amor mío, somos nosotros’. Y ahora, todos los días, cuando Archie pasa junto a nosotros, dice ‘Hola, mamá. Hola, papá’”. Este toque simbólico, junto con los arcos mediterráneos que rodean la propiedad, refuerza la idea de que este lugar es mucho más que una casa: es su propio paraíso privado. Además, la finca cuenta con un paseo rodeado de lavandas y cipreses italianos que conecta con las áreas exteriores más exclusivas: una piscina de diseño, una cancha de tenis y una bodega subterránea para sus selectos vinos, donde suelen celebrar reuniones privadas con sus vecinos de lujo, entre ellos estrellas como Oprah Winfrey y Ellen DeGeneres.

El interior de The Chateau: lujo, privacidad y detalles de millones de dólares

Apodada “The Chateau of Riven Rock”, esta residencia combina lo mejor del estilo toscano con detalles modernos y victorianos. Su entrada, pavimentada con piedra de Santa Bárbara tallada a mano, conduce a un salón principal donde dominan los tonos neutros, un sofá crema de gran tamaño y una chimenea de piedra rodeada por estanterías de diseño minimalista. En la oficina privada de la pareja —uno de los pocos espacios que han mostrado en entrevistas virtuales— resalta una mesa de pino hecha a mano de 2.000 dólares, sillas de marfil y una manta de cachemira Hermès de 1.800 dólares, junto a flores frescas que renuevan a diario para mantener un ambiente “zen”. La cocina, por su parte, conserva un aire rústico tradicional con armarios de madera, azulejos azules pintados a mano y detalles en piedra que evocan el estilo europeo que tanto atrae a Meghan.

Los niños también cuentan con habitaciones de cuento: techos con vigas de madera, alfombras de lujo y detalles artísticos en las paredes que evocan escenas de naturaleza. Desde la suite principal, Harry y Meghan disfrutan de un balcón cubierto de hiedra que ofrece vistas panorámicas del océano Pacífico. Con esta imponente propiedad, los Sussex han logrado construir un imperio doméstico donde la discreción y el lujo conviven a partes iguales, alejándose del control de la Corona británica… pero sin renunciar al estilo de vida digno de reyes.