Después de semanas escondidas en Palacio, Felipe y Letizia hicieron que las niñas de la casa salieran de la guarida y dirigieran un mensaje sobre el coronavirus. Una intervención gélida, forzada, sin ánimo. En la línea de todo lo que sale de Zarzuela, vaya. Parece que el único que vibra (o ha vibrado) en aquella familia es Juan Carlos, ocupadísimo con tejemanejes, cacerías y faldas. El resto son absolutamente inertes, quizás invadidos por el talante del Rey y la Reina, maestros del postureo. Pero el papelón de la Princesa Leonor y su hermana, la Infanta Sofía, con un breve y desafortunado discurso en el que decían "estamos confinados como millones de niños", contra la pared y sin una pizca de emoción, es sintomático.

La famosa intervención es un terreno ideal para hacer un juego de comparaciones que, por enésima vez, deja al Reino de España en una posición deprimente. En contenido, forma, tiempo y oportunidad. El 'verdugo' de su imagen pública vuelve a ser la realeza británica, con las criaturas del Príncipe Guillermo y Kate Middelton a años luz. Una sencilla imagen de la Princesa Charlotte las hunde, a ellas y a Letizia, siempre preocupada por los estilismos. La española no tiene hijas, tiene dos estatuas de cera vestidas de forma antigua y gastada, repitiendo como loros una lección aprendida a toda prisa. Charlotte, ataviada para más inri de Zara, imperio de un intocable del españolismo, parece una criatura normal, mientras prepara bolsas de comestibles para personas en riesgo de exclusión. Mientras tanto, Leonor y Sofía evidencian una situación de trámite, una obligación no deseada y pesada, tal y como explica de forma convincente la experta Patricia Centeno. No es el único ejemplo de anacronismo y ausencia de alegría en la vestimenta de las niñas: tampoco soportan la comparación con las herederas de Máxima de Holanda.

Princesa Charlotte sanitarios @politicaymoda

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Leonor pasa libro Sofia Youtube

Leonor Sofía Quijote @casareal

Leonor Sofia paraguas Europa Press

Europa Press

Vaya tristeza la que emana la monarquía española, que se ha convertido en el pimpampum de los royals europeos.