La sorpresa de Meghan Markle al descubrir el control riguroso ejercido por la Casa Real Británica ha desatado un torbellino de especulaciones y cuestionamientos sobre los límites de la privacidad y la autonomía personal dentro de la monarquía. Los detalles desvelados por la duquesa de Sussex tras su explosiva entrevista con Oprah Winfrey reveló no solo el peso del racismo y la presión mediática, sino también un control exhaustivo que limitaba su autonomía hasta límites insospechados, dejando al descubierto una realidad que pocos conocían. “Cuando entré en esa familia, esa fue la última vez –hasta que vinimos aquí– que vi mi pasaporte, mi permiso de conducir, mis llaves. Hay que entregarles todo”. Meghan mencionó que no recuperó sus documentos personales hasta que abandonaron Inglaterra. ¿Acaso es creíble?

La Casa Real británica: ¿protección o excesivo control?

Según expertos en protocolo y seguridad, esta práctica es más común de lo que se imagina. Para la institución, la prioridad indiscutible es la seguridad. Robert Lacey, historiador y asesor principal de "The Crown", afirma que este control es vital para resguardar a los miembros de la realeza. "Meghan tuvo que entregar su permiso de conducir ateniéndose a las reglas de seguridad. Si pudiese salir a conducir por su cuenta, no estaría protegida”, argumenta.

Esta medida, lejos de ser excepcional, forma parte de un protocolo rígido que rige todos los aspectos de la vida real. Lacey y otros expertos destacaron que este control no solo se ejerce por seguridad, sino también para prevenir contratiempos en la agenda real. Por ejemplo, si algún miembro de la Familia Real tuviera que salir de gira oficial y de pronto no encuentra su pasaporte, la imagen de eficiencia de la institución se vería afectada. Del mismo modo, si se perdiera y algún tabloide publicara una fotografía de identificación de un miembro de la realeza, causaría problemas. Por ello, es preferible que los asistentes mantengan todo resguardado hasta que sea necesario utilizarlo.

Protocolos sobre individuos: ¿una familia o una institución?

La separación impuesta entre padres e hijos desde temprana edad, con el fin de salvaguardar la sucesión, refleja la frialdad de un sistema que prioriza la institución sobre los lazos familiares. Es difícil concebir cómo alguien podría adaptarse a una dinámica que impone la separación de padres e hijos en aras de un protocolo ancestral. A pesar de ello, la mayoría de los miembros de la realeza terminan adaptándose a esta realidad, como Kate Middleton, Camilla Parker Bowles, Sophie de Edimburgo e incluso Lady Di, quien siguió los protocolos reales hasta que se enteró de la infidelidad de su esposo, el príncipe Carlos.

La seguridad es el estandarte bajo el cual se justifica este nivel de control. Sin embargo, ¿hasta qué punto es razonable? ¿Es acaso la seguridad una excusa para restringir la libertad y autonomía de los miembros de la familia real? El debate está servido. Mientras algunos defienden estas medidas como necesarias para resguardar la integridad de la realeza, otros cuestionan la excesiva intromisión en la vida privada de los individuos, aunque formen parte de la institución monárquica.