La princesa Charlene de Mónaco ha regresado a Sudáfrica tras un año y medio de ausencia en el Principado, debido a problemas de salud. Sin embargo, su regreso ha estado marcado por la ausencia de su esposo, el príncipe Alberto, y sus hijos. A pesar de la carga emocional que implicaba este regreso, Alberto tenía otros compromisos institucionales y sus hijos estaban ocupados en un evento de concienciación ambiental en Mónaco. Esto ha dejado a Charlene cumpliendo con sus deberes reales en solitario, aunque no precisamente por amor, lo que ha levantado aún más sospechas sobre la salud de su matrimonio.

La princesa, a través de su fundación, presidió la carrera Water Bike Challenge, un evento benéfico destinado a recaudar fondos para programas de prevención de ahogamientos y conservación de la vida silvestre. Mientras cumplía con este importante compromiso, Alberto y sus hijos estaban ocupados en sus propios eventos. El príncipe se desplazó hasta Munich para asistir al famoso festival de la cerveza, el Oktoberfest, donde coincidió con su ex, Nicole Coste, la madre de su hijo Alexandre.

Provocaciones y ausencias: la relación entre Charlene y Nicole Coste

Por supuesto, la ex azafata togolesa no ha dejado pasar la oportunidad de compartir una foto de su presencia en el Oktoberfest de Múnich con sus seguidores. Con esto, pretende mostrar que sigue cercana a Alberto de Mónaco, el padre de su hijo. Además, esto no es algo nuevo, ya que tiene un historial de este tipo de gestos que muchos consideran provocaciones hacia Charlene, lo que ha alimentado las especulaciones sobre la verdadera dinámica entre los miembros de esta compleja familia real. Sin embargo, lo que es innegable es que la ausencia de Alberto y los niños en el viaje de Charlene a Sudáfrica plantea serias dudas sobre la fortaleza de su matrimonio.

Desde hace varios años, se ha especulado sobre un sinfín de problemas en el matrimonio de Alberto y Charlene. En medio de estas tensiones, se ha hablado de una posible solución: el dinero. Según informes de medios franceses, Alberto estaría haciendo todo lo posible por mantener las apariencias de un matrimonio funcional y la estabilidad de la monarquía monegasca. Según medios franceses, Charlene actúa como la esposa del príncipe no por amor, sino porque le pagan una suma exorbitante.

El millonario contrato: 12 millones por mantener las apariencias

El príncipe Alberto habría llegado a un acuerdo con Charlene, donde ella aceptaría una "vida independiente con presencia regularizada", mientras que Jacques y Gabriella, los hijos de la pareja, pasarían a vivir bajo la custodia completa de su padre. Esto significa que, aunque puedan mantener las apariencias como una pareja real, en realidad vivirían bajo techos separados. A cambio, el soberano monegasco garantizaría a su esposa un salario anual de 12 millones de euros, una suma impresionante para comprar su silencio y la perpetuación de la fachada matrimonial.

La situación de Charlene y Alberto de Mónaco sigue siendo un enigma. Mientras la princesa cumple con sus deberes reales, su ausencia en el Principado y la aparente separación de su esposo siguen generando especulaciones sobre el estado de su matrimonio. ¿Cuánto tiempo podrán mantener esta farsa que parece sustentarse en un contrato millonario? La respuesta, por ahora, sigue siendo un misterio en el corazón de la realeza de Mónaco.