Cinco años después de que Juan Carlos I abandonara España, el seguimiento sobre sus movimientos y decisiones sigue siendo constante. Pero ahora, el foco de atención se ha desplazado ligeramente: ya no solo preocupa lo que el rey emérito pueda decir o hacer, sino también quiénes le rodean y de qué forma podrían estar condicionando su comportamiento. La Casa Real, según apuntan distintas fuentes, ha mostrado inquietud por algunas amistades del emérito que, a juicio de su entorno institucional, podrían estar ejerciendo una influencia poco positiva.
Desde su residencia en Abu Dabi, Juan Carlos I mantiene contacto frecuente con un grupo reducido de allegados. Algunos de estos nombres ya han sido objeto de interés por parte de instituciones judiciales o mediáticas en el pasado, y su cercanía actual al exmonarca no pasa desapercibida. En especial, uno de los casos que más preocupación ha generado es el del empresario Abdul Rahman El Assir, cuya relación con el emérito es estrecha desde hace años. Se considera que tanto él como parte de su entorno familiar estarían influyendo en decisiones que no favorecen a la institución monárquica.

La Casa del Rey ha decidido intensificar la observación de estos vínculos. No se trata de una vigilancia formal o de carácter judicial, sino de un seguimiento discreto, enfocado en evaluar el impacto que determinadas compañías podrían tener en el comportamiento público y privado de Juan Carlos I. Esta medida responde a la percepción de que algunas de estas relaciones no estarían ayudando a mantener la estabilidad y la imagen de la monarquía en un momento todavía sensible.
Preocupación en Zarzuela
Uno de los puntos que ha generado mayor tensión es la inminente publicación de las memorias del rey emérito, previstas para el 12 de noviembre bajo el título Reconciliación. Según ha explicado José Antonio Zarzalejos en El Confidencial, el contenido incluye un capítulo que podría resultar especialmente incómodo para Felipe VI y la reina Letizia. La Casa Real no ve con buenos ojos ni el contenido ni el momento elegido, ya que la publicación coincide con fechas simbólicas como el cincuentenario de la muerte de Francisco Franco y el aniversario de la proclamación de Felipe.
Se entiende que Juan Carlos I actúa en este contexto con independencia total, lo que ha llevado a calificarlo como "ingobernable". Además, se señala que el emérito estaría incumpliendo los acuerdos de discreción asumidos en el momento de su salida de España, cuando pidió elegir su destino y controlar la comunicación pública de su nueva residencia a cambio de mantener un perfil bajo.
Desde Zarzuela insisten en que el principal riesgo no es la figura del emérito en sí, sino la posibilidad de que decisiones impulsadas o alentadas por su entorno más cercano afecten negativamente a la institución. El objetivo, por tanto, es evitar que amistades de carácter personal se conviertan en factores de desestabilización institucional. Los próximos meses serán clave para medir hasta qué punto esas influencias externas condicionan el rumbo del emérito y, con ello, el equilibrio interno de la Corona.