Mientras la princesa Leonor llegaba a Marín este domingo, a unos pocos kilómetros, el rey Juan Carlos I disfrutaba de una de sus mayores pasiones: las regatas. El ex monarca se encuentra en Sanxenxo desde hace varios días. Viajó a la localidad gallega y en su entorno le recomendaron quedarse debido al conflicto bélico que se vive en Oriente Medio. Pero Juan Carlos quiere poder quedarse sin guerras de por medio. Ni en Oriente Medio ni en su familia. Y es que la relación entre el rey y su padre es tensa desde hace años.

Un Felipe VI que no quiere que su padre regrese a España.  Y ya le ha trasladado que solo lo permitirá en caso de enfermedad grave o necesidad médica urgente. Ante esta negativa, Juan Carlos ha decidido actuar.

Joan Carles i Felip
Juan Carlos i Felipe VI

Juan Carlos I pone en marcha un plan contra Felipe VI

El emérito cambia de plan. Su nuevo destino es Cascais, en Portugal. Un lugar discreto. Muy cerca de la frontera. Y a solo una hora de Madrid. Es su forma de estar "cerca" sin molestar. Zarzuela ha sido informada. La Casa Real no lo aprueba del todo, pero lo tolera.

Sin embargo, lo más delicado es lo que hay detrás. Juan Carlos está utilizando a Iñaki Urdangarin como herramienta de presión. El ex duque de Palma recibe dinero directamente del emérito. Unas fuentes hablan de dos millones de euros. Otros, de una pensión anual de hasta 50.000 euros. Todo, a cambio de silencio.

Urdangarin sabe demasiado. No ha hablado. Pero podría hacerlo. Tiene información sensible. Y no solo del pasado. También sobre Felipe y Letizia. Ese es el gran temor.

La amenaza es sutil, pero existe. Juan Carlos ha dejado claro que, si no se le permite volver, podrían estallar escándalos. Los informes internos lo reconocen: es una maniobra de presión. Y efectiva.

Juan Carlos I se sale con la suya y podrá vivir en Cascáis

Para complicar aún más las cosas, Iñaki está escribiendo un libro. Oficialmente es una obra sobre superación personal. Extraoficialmente, es una amenaza encubierta. El contenido puede cambiar. Dependerá del clima familiar. Y del apoyo económico que reciba.

Joan Carles a Sanxenxo / Europa Press
Juan Carlos en Sanxenxo / Europa Press

Juan Carlos lo sabe. Por eso sigue pagando. Pero también deja caer que podría cerrar el grifo. Si lo hace, Urdangarin podría hablar. Y si habla, las consecuencias serían impredecibles.

Ante este panorama, Felipe VI ha cedido. No por gusto. Sino para evitar una crisis institucional. La Casa Real ha informado al emérito: su hijo acepta el acercamiento. No es un regreso oficial. Pero sí un primer paso. Un gesto calculado para contener el daño.