La princesa Diana de Gales sigue siendo, décadas después de su muerte, una figura envuelta en misterio, admiración y tragedia. Su vida sentimental, sus desencuentros con el entonces príncipe Carlos y la sombra perpetua de Camilla Parker Bowles son capítulos que parecían cerrados, pero que resurgen con fuerza gracias a un nuevo libro que amenaza con sacudir los cimientos de la monarquía británica.

El autor no es un extraño: Paul Burrell, el mayordomo personal y confidente de Diana, está a punto de publicar The Royal Insider, un volumen cargado de cartas, confesiones privadas y detalles de su vida que, hasta ahora, habían permanecido ocultos al público. Según adelantos ya filtrados, las páginas no solo describen los conflictos entre Carlos y Diana, sino también una serie de episodios marcados por gritos, reproches y objetos rotos en Highgrove House.

Confesiones prohibidas y peleas explosivas en Highgrove House

El libro revela que, detrás de la fachada elegante de la realeza, se escondían momentos de violencia verbal y escenas tan grotescas que parecen sacadas de una telenovela. Burrell recuerda haber visto al príncipe de Gales cubierto de salsa y rodeado de platos rotos tras una pelea con su esposa. Incluso relata que Carlos llegó a perder los estribos con él cuando se negó a encubrirle una mentira frente a Diana.

El heredero al trono, según el testimonio, le lanzó un libro exigiendo obediencia con la frase: “Voy a ser rey de este país algún día y harás lo que te diga”. La princesa, sin embargo, no era una espectadora pasiva. Diana, con un carácter fuerte y un dolor acumulado, tampoco dudaba en enfrentarse al futuro monarca. Las páginas de The Royal Insider exponen ese ambiente sofocante que se vivía a puerta cerrada, muy distinto de la sonrisa impecable que ambos mostraban en los balcones del Palacio de Buckingham.

La sombra de Camilla y el frío desprecio de Carlos tras el nacimiento de Harry

Uno de los aspectos más delicados del relato es la presencia constante de Camilla Parker Bowles en la vida del matrimonio. Diana confesó a su mayordomo que, incluso el día de su boda, buscó entre los invitados el rostro de su rival, sabiendo que esa mujer nunca desaparecería de su vida. Y así fue: las visitas a la residencia de los Parker Bowles eran frecuentes, algo que alimentaba los celos y la tristeza de la princesa.

Lo más cruel, según Burrell, ocurrió tras el nacimiento del príncipe Harry. Carlos, lejos de mostrar ternura, soltó un comentario que dejó helada a su esposa: “Ya tengo mi heredero y mi repuesto, ahora puedo volver con Camilla”. Diana, devastada, lloró en silencio esa misma noche. Este tipo de escenas, inéditas hasta ahora, exponen con crudeza la frialdad con la que el príncipe trataba a la madre de sus hijos.

La intervención de la reina Isabel II y del príncipe Felipe fue decisiva en el proceso de divorcio. Ambos, según el mayordomo, llegaron a reconocer el carácter difícil de Carlos e incluso enviaron cartas de apoyo a Diana. Aun así, la decisión final no recayó en ella: una carta de la soberana, respaldada por el primer ministro y el arzobispo de Canterbury, sentenció que el divorcio era lo mejor para la monarquía. “No quiero divorciarme, Paul, pero tengo que hacer lo que los demás quieren”, confesó con resignación la princesa, dejando en evidencia que el final de su matrimonio no fue una elección, sino una sentencia dictada desde lo más alto de la monarquía británica.