La guerra interna en la Familia Real británica ha alcanzado un nivel explosivo. Camilla Parker Bowles, convertida en reina consorte y ahora en figura de poder indiscutible, se ha convertido en la principal enemiga del príncipe Harry. Mientras el hijo menor de Carlos III intenta tender puentes con su padre, Camilla se encarga de recordarles a todos en Palacio que no hay espacio para el perdón. Según fuentes cercanas, ella no soporta a Harry y ha sabido manipular la situación para mantenerlo lejos de Londres, refugiado en su vida americana junto a Meghan Markle.

El problema no es reciente. Desde la publicación de “Spare”, las acusaciones de Harry han dejado en evidencia lo que él considera la mayor traición de su vida: la irrupción de Camilla en el matrimonio de Carlos y Lady Di. Para el duque de Sussex, su madrastra no solo destrozó a su madre en vida, sino que fue la chispa que encendió la cadena de tragedias que terminó con la vida de la princesa Diana en el túnel del Alma, en París.

Harry acusa a Camilla de ser la sombra tras la tragedia de Lady Di

En sus memorias, Harry se atrevió a verbalizar lo que durante décadas fue un rumor en voz baja: que Camilla Parker Bowles tuvo un papel indirecto en la muerte de la princesa Diana. El príncipe sostiene que, de no haber existido la relación clandestina entre su padre y la ahora reina, su madre nunca habría buscado refugio en Dodi Al-Fayed. Y, por lo tanto, aquel fatídico accidente en 1997 podría haberse evitado.

Estas duras palabras no solo rompieron cualquier posibilidad de reconciliación, sino que también reabrieron heridas imposibles de cerrar dentro de la familia. El propio Carlos III habría sentido el impacto de tales declaraciones, pero Camilla, lejos de mostrarse afectada, parece haber capitalizado el ataque para afianzar su posición: cuanto más distante esté Harry, más tranquila será su vida como reina consorte.

La estrategia de Camilla: mantener a Harry y Meghan en el exilio

Fuentes palaciegas aseguran que Camilla es la primera en hablar mal de Harry al rey Carlos III, insistiendo en que su hijo menor es una amenaza para la estabilidad de la Corona. De hecho, se dice que su mayor interés es que los Sussex permanezcan en Estados Unidos, alejados de Buckingham, donde cada visita genera polémicas y titulares dañinos. Y es que, para Camilla, el exilio de Harry y Meghan no es un problema, sino una bendición. La pareja instalada en California se ha convertido en un escudo perfecto: su presencia en América desvía la atención mediática de las críticas hacia ella, consolidando así su papel dentro de la monarquía. Le conviene que los Sussex sigan lejos y no tengan oportunidad de recuperar un lugar en la estructura real.

La situación actual parece una paradoja cruel: mientras Carlos III anhela reconciliarse con su hijo menor ahora que se encuentra en Londres con motivo de la entrega de los Premios WellChild, Camilla hace todo lo posible por impedirlo. La reina consorte ha construido una imagen pública de serenidad, pero puertas adentro se le acusa de ser una estratega fría y calculadora. Cada paso de Harry es interpretado como una amenaza, cada declaración como una daga directa al corazón de la monarquía.