El regreso del príncipe Harry al Reino Unido no ha sido el esperado reencuentro familiar que muchos soñaban. Lejos de gestos de acercamiento o muestras de unidad, el duque de Sussex ha llegado con una lista de exigencias que amenaza con dinamitar los delicados equilibrios internos de la Familia Real británica. Entre ellas, la más explosiva: Carlos III debe pedir perdón a Meghan Markle por los ataques y comentarios recibidos dentro del círculo real. Lejos de ser un capricho pasajero, Harry considera que la reconciliación solo será posible si su esposa recibe un reconocimiento formal y se pone fin a los años de frialdad y críticas que, según él, han marcado su vida desde que entró en la Casa Windsor. Una jugada arriesgada que ha dejado a la Corona al borde de una nueva tormenta institucional.
Harry contra el Palacio: las exigencias que escandalizan a Reino Unido
El duque no solo pide un gesto simbólico de su padre. De acuerdo con fuentes cercanas, Harry exige que Meghan sea tratada con honores de “Su Alteza Real”, lo que incluiría reverencias y protocolos que la pareja perdió tras renunciar a sus deberes reales. Un movimiento que ha causado indignación en los sectores más conservadores de la monarquía y que, inevitablemente, ha reavivado la tensión con el príncipe Guillermo, cada vez más incómodo con las maniobras de su hermano. Pero la presión no termina ahí. Harry habría solicitado un control absoluto sobre la prensa durante cualquier encuentro con su padre. Es decir, nada de fotógrafos espontáneos, filtraciones desde el palacio o titulares incómodos durante su estancia en Londres con motivo de la entrega de los premios WellChild.
Carlos III entre la espada y la pared: la reconciliación tiene precio
El rey Carlos III, quien aún enfrenta las secuelas de su lucha contra el cáncer, se encuentra atrapado en un dilema. Por un lado, desea acercarse a su hijo menor; por otro, sabe que ceder a tales condiciones podría interpretarse como una humillación frente a la opinión pública británica. “Harry ofrece la reconciliación, pero a un precio. Y ese precio incluye que toda la familia real se incline ante Meghan”, aseguran allegados al monarca. La fecha de la posible reunión no ayuda a calmar los ánimos: coincide con el tercer aniversario de la muerte de la reina Isabel II, una figura venerada que todavía representa la unidad del país. ¿Será un acto de homenaje a la difunta soberana o el escenario de un nuevo escándalo que divida aún más a los Windsor?
Mientras tanto, Meghan permanece en Montecito, California, alejada de la tensión y con la tranquilidad de saber que Harry la defiende con uñas y dientes. Para ella, el gesto de exigir disculpas es la prueba definitiva de que su esposo mantiene la lealtad hacia ella por encima de cualquier protocolo real. Sin embargo, los expertos no son tan optimistas. El biógrafo Tom Bower asegura que la desconfianza hacia Harry en el palacio es absoluta, especialmente después de la publicación de “Spare”, su explosivo libro de memorias.
Allí, las críticas hacia su familia dejaron heridas profundas y, según fuentes reales, casi imposibles de cerrar. La realidad es que el príncipe enfrenta un reto monumental: convencer a su padre de que la única salida pasa por reconocer los errores contra Meghan. Pero Carlos, fiel a su carácter obstinado, difícilmente aceptará que la Corona se disculpe ante quienes decidieron romper con ella.