Jan Marot (Graz, 1981) trabaja en España desde 2006. Es corresponsal del diario Der Standard, de línea social-liberal y cabecera de referencia en Austria. También colabora con el diario progresista suizo Die Wochenzeitung y escribe para Politico Europe, entre otros.

¿Esperaba que el conflicto Catalunya-España alcanzaría este nivel de confrontación?
El procés se ha desarrollado in crescendo, como una pieza de música clásica, hacia un final furioso. Siempre hubo una parte de los catalanes que desean lograr la soberanía nacional. Sea por motivos históricos, lingüísticos o culturales. Esta posición era minoritaria hasta que el Tribunal Constitucional tumbó el Estatut, hundiendo también al tripartito. Lo vi desde mis primeras estancias en Barcelona, en 1998, y luego con mi creciente círculo de amigos y sus familias, a partir de 2006. Los que entonces tenían vínculos políticos con Esquerra o eran anarquistas hoy están parcialmente integrados en la CUP. En aquel momento estaba ya convencido de que llegaría un momento de confrontación hacia la independencia. Solía bromear que, como mucho, lo lograrían en 2020. No sospechaba que me acercaría tanto a la realidad poco más de una década después.

¿Cómo se reciben sus propuestas sobre el conflicto Catalunya-España en su medio? ¿Le resulta fácil venderlo? ¿Cuándo ha detectado mayor interés de sus jefes?
Hace cinco o seis años, el tema de una Catalunya independiente era casi imposible de vender, al margen de un par de artículos, uno sobre el veto a los toros y otro sobre la primera edición de un sistema operativo en catalán, donde podía hacer algún guiño a la corriente soberanista. Más adelante, las manifestaciones masivas de la Diada despertaron el interés de los medios con los que suelo colaborar. Más todavía el referéndum simbólico del 9-N de 2014 y las elecciones al Parlament con la alianza secesionista de Junts pel Sí y la CUP. En lo que publica la prensa internacional y en uno de mis medios de Austria, que tiene otro corresponsal en Madrid, detecto cierta tendencia españolista, citando medios como El País o El Mundo, que ya hace tiempo tomaron una posición claramente unionista. Otro punto que complica vender este tema es que los nacionalismos en general están muy mal vistos en Austria y Alemania.

¿Es el soberanismo catalán un movimiento consistente o un enfado que pasará si mejora la situación económica o se concede mayor autogobierno, por ejemplo?
Es claramente un movimiento real, aunque si se hubiera concedido más autogobierno a tiempo se habría frenado. Durante mucho tiempo, mis jefes estaban convencidos de que se trataba de un efecto de la crisis, un enfado por la situación económica, que el deseo era tener las mismas ventajas, principalmente fiscales, que el País Vasco. El tiempo ha demostrado que la crisis no era la clave. Creo que lo que más ha fortalecido el independentismo es la actuación del Gobierno de España y la de Rajoy. Aunque ambos lados han tapado otros temas más urgentes en el discurso político, tanto los soberanistas como los unionistas, para captar votos a su favor.

¿Diría que la dinámica política del procés ha servido más para distanciar que para aproximar?
Viendo la enorme división entre Madrid y Barcelona, la respuesta es obvia. Ambos se distancian cada día un poco más, como placas tectónicas. Sin embargo, en Catalunya el procés también ha servido para que un amplio espectro de fuerzas políticas se una bajo una sola premisa, la soberanía. Algo impensable hace años. Supongo que esta unidad entre el PDeCAT, Esquerra y la CUP será la primera cosa que se rompa si logran lo que desean. La ventaja para los actores catalanes del conflicto es que en campaña electoral y en su discurso político general, el antagonista es España y la solución fácil, la ruptura con España. Así no hace falta dar respuestas más profundas a temas más complejos.

¿Qué factor le parece más decisivo en esa dinámica?
Claramente el inmovilismo del Gobierno de España. Uno de los errores capitales lo han cometido Rajoy y el PP desde la oposición, tumbando el Estatut. Intentaron utilizar el asunto de manera oportunista para contentar a su electorado y se les fue de las manos.

¿Ve alguna alternativa real o plausible al referéndum?
No, el referéndum es fundamental, y es imperativo que cuente con las máximas garantías de una democracia digna, observadores internacionales, de la UE, de la OCDE y demás instituciones. No solo el 1 de octubre, sino las tres o cuatro semanas anteriores. La única alternativa al referéndum sería una declaración unilateral de independencia.

¿Le parece que los gobiernos español y catalán pueden resolver el conflicto por sí mismos o necesitan una mediación?
Ni con mediación puede resolverse el conflicto. Menos aún después de los atentados terroristas en Barcelona y Cambrils, que podían haber sido un momento para parar, sentarse, hablar y pensar en una salida conjuntamente. Pero Madrid y la prensa unionista, no solo la derecha mediática como La Razón o ABC, han manipulado e intentado instrumentalizar la tragedia con fines propagandísticos (quejándose de las esteladas en la manifestación por las víctimas, de los pitos al Rey, criticando la actuación de los Mossos d’Esquadra…). La división ahora es aún más profunda que antes. Una mediación internacional, como ofrecieron parlamentarios suizos hace tiempo, es algo que deberían haber aceptado ambas partes antes de que se alcanzara esta profunda división. Debo decir que también la UE ha mantenido una posición demasiado pasiva, aunque diga que no interviene en conflictos internos de sus estados miembros. Ahora todo tiene la pinta de que hará falta una mediación después del 1-O, donde veo una posibilidad clara de que gane el ‘sí’ a la independencia.