El rey Felipe VI ha escogido la parte que más le convenía de una cita de Antonio Cánovas del Castillo en su discurso de celebración de los cuarenta años de las elecciones del 15 de junio de 1977 este miércoles en el Congreso. El jefe del Estado español hacía referencia a la España anterior al proceso democratizador que arrancço con las elecciones de 1977. La cita de Cànovas es esta:

"Lo que hace falta a la nación española no son represiones ni cadalsos, no son destierros. Lo que nos hace falta es el respeto a la ley".

La frase pertenece a un discurso del líder conservador en el Congreso del 11 de abril de 1867. Está acortada y adaptada. Viene a ser la solución que Cánovas propone a la ingobernabilidad de los españoles y la inoperancia del Estado después de la guerra la Independencia.

Cánovas justifica la desobediencia al Rey, a las autoridades y a la ley de 1808 porque el pueblo "para salvar su independencia" de la invasión francesa tuvo que "pasar por encima de todas las leyes y autoridades legítimas, obligado para resistir con éxito a salirse de todo orden regular, y de toda organización verdaderamente política".

En cambio, en 1867, esta actitud, exacerbada por "cincuenta años de guerra civil casi continua", ya no es tolerable si se quiere equiparar España a Inglaterra y Prusia. Su solución es que "hay que ser duro, ser muy severo, ser tal vez inexorable con los transgresores de las leyes", también con las autoridades y el gobierno.

El fragmento del discurso de Cánovas, entero, es este:

"No es eso, no, Sres. Diputados, lo que hace falta, sin duda, a la nación española: no son violencias, no son represiones, no son cadalsos, no son destierros, que desde el año 8 los hemos tenido en una dolorosísima abundancia; y acaso sea esto en lo único que puedan emular con nosotros las demás naciones de Europa. Lo que nos hace falta es el respeto a la Ley, que es la base de la constitución representativa en Inglaterra, como es la base del orden monárquico en Prusia, como es la base indispensable del orden en todas las naciones civilizadas. Sí; el pueblo español, arrastrado por vías extraordinarias desde 1808; obligado en aquel tiempo a faltar a las ordenes de sus Reyes y de sus generales; precisado, para salvar su independencia, a pasar por encima de todas las leyes y autoridades legítimas; obligado para resistir con éxito a salirse de todo orden regular, y de toda organización verdaderamente política; viciado además por cincuenta años de guerra civil casi continua, lo que necesita, sobre todo, aquello de que más que otro alguno carece, es del respeto a las leyes.

"Por eso es necesario, y yo lo he sentido desde el poder, como lo proclamo desde estos bancos, ser duro, ser muy severo, ser tal vez inexorable con los transgresores de las leyes; pero al mismo tiempo que se obliga por la fuerza a todos al cumplimiento de las leyes, es indispensable dar el ejemplo de obedecer también estrictamente a las leyes, si se quiere que sean a la larga los resultados eficaces; y más indispensable es todavía que no se proclame todos los días a la faz del país, que el Gobierno que obliga a todos a cumplir con sus obligaciones legales, no tiene ninguna cuenta con las que a él propio le conciernen"

Cánovas defendía el mantenimiento de la dinastía borbónica, en crisis desde mediados de los años 60 y entonces ya muy amenazada por la coalición creciente de liberales y progresistas encabezada, entre otros, por el general Joan Prim. En septiembre de 1868, una revuelta militar tumbó|giró a Elisabet II, nieta de Carlos IV, el mismo rey contra lo que Cánovas justificaba la revuelta. Arranca el llamado|nombrado "Sexenio Democrático" (la I República, el breve reinado de Amadeo I), que desembocaría en la restauración borbónica de enero de 1875 de la mi de... Cánovas del Castillo. Todo vuelve.