Del 15 al 21 de junio

Populismos, La Roja, catalanismo universal, preguntas sin respuesta, refugiados, Brexit

15 de junio: Ante la Alhambra, Rajoy ha dicho que, aunque hay unos españoles un poco malos, los ganará el día 26. Dicen que lo dijo en tono de broma. Ni como broma ni siquiera -menos todavía- en campaña electoral es admisible que nadie, y más si es el presidente del Gobierno, en funciones o no, candidato o no, se permita la licencia dividir a los ciudadanos en buenos y malos. Los malos, claro está, son los que no lo votarán, seguramente, ni hartos de vino.

Por su parte, Rivera recupera una expresión que creíamos desaparecida del léxico político español: partidos constitucionalistas. O lo que es lo mismo, otro buenos y malos, en función de su estima por la Constitución. Rivera, demonizador de los populismos, se erige en factótum para establecer quién es constitucional y quién no. Excluida, y así lo ha dicho un montón de veces el mismo Tribunal Constitucional, la militancia constitucional, cualquier partido legal es constitucional, quiera hacer lo que quiera con la Constitución.

Determinar quién es bueno y quién es malo y excluirlo sin más razón que ésta es más que populismo. El nombre lo sabe todo el mundo.

16 de junio: Causa pasmo la ausencia de números, es decir, de economía en la campaña. No es suficiente con decir que no habrá más recortes, cosa poco creíble, si no hay un programa económico, con sus magnitudes generales y una reforma fiscal siempre aplazada. En los debates y en las ruedas de prensa, mejor dicho de pura propaganda, ningún dato objetivo que permita intuir a los votantes de qué irá la cosa. La futilidad rudimentaria y simplista de esta campaña pasará a engrosar los anales de la insustancialidad política. Claro que se puede ir a ver lo que dice un programa, pero los candidatos no se encuentran muy a gusto hablando de quiméricos futuribles y de lugares comunes. Consecuencia: callados. Ahora bien eso sí, de unidad de España, de populismo y de poltrona se está hablando un montón.

17 de junio: El manual oficial dice que no es legítimo mezclar política y deporte. El manual no dice, pero es por lo común aceptado, que el manual está para saltárselo en caso de necesidad. Cuando se celebró la final de la Copa del Rey, Albert Rivera censuró la inconveniencia de la mezcla de política y deporte (fútbol y estelades). Ver en la calle, en el espacio público, en el Passeig Lluís Companys, la selección española -que por ahora hace un espléndido papel-, adornarse la plana mayor barcelonesa de los -ahora- Ciudadanos con las camisetas de la Roja (ellos cuello redondo, ellas con un tímido escote), en cambio, parece lo más normal. De hecho, la gente, sensata, ha sonreído ante la contradicción. Por cierto, el partido acabó bien para el buen fútbol: España, 3; Turquía, 0.

Atizando un sentimiento anticatalán no se construye el federalismo que el líder de Susana Díaz -seguro que es su líder?- dice profesar

18 de junio: Resuenan todavía las expresiones, chorras más que catalanófobas, de Susana Díaz. Atizando un sentimiento anticatalán no se construye el federalismo que su líder -¿seguro que es su líder?- dice profesar y perseguir en la próxima reforma constitucional en el caso de ganar él las elecciones.

Quimeras aparte, lo que es cierto es que Díaz se equipara de lleno con el Partido Popular y otras formaciones menores pero no menos reaccionarias. Es más: demuestra un signo inquietante para quién lo blande: hoy en día, el españolismo excluyente, es decir, rancio como él solo y premoderno, es la única política autónoma y propia de la actual élite política, dado que todo el resto está en manos de Bruselas. ¿Si la única política de que es capaz el aparato español es el anticatalanismo más chapucero, qué esperan y de quién?

19 de junio: Debate a 6 en TV3. Cada uno en su papel. Nuevamente un horario imposible. En una noche de domingo a lunes no es para hacer afición.

Ciertamente cada partido tiene su programa y cada candidato tiene su talante. Por eso sorprende la pobreza de la respuesta que Xavier Domènech, persona viva intelectualmente y que proviene de Procés Constituent, dio a la pregunta de Gabriel Rufián -en su salsa- de cómo pensaba llevar a cabo el referéndum para Catalunya. Le arrancó que con fraternidad. Insustancial respuesta que no merece ningún comentario. También dejó patente que para él el referéndum sí que es una línea roja, cosa que ya había quedado claro que para su jefe de grupo, Iglesias, no. El resto de candidatos dieron de sí lo que se esperaba de ellos sin novedades; amodorramiento y lugares comunes. La virtud de la previsibilidad rajoniana se contagia y no es buen augurio.

20 de junio: Hoy, contrasentido de los calendarios frívolos y impactantes. Por un lado es el Día Más feliz del año, el yellow day, tontería como pocas. Por el contrario, también es el Día Mundial de los refugiados. Los dos son excluyentes. Más de 60.000.000 desplazados -casi la población de Francia- es un oprobio sin paliativos.

En nuestra casa, en Europa, el Mare Nostrum ya es un Madre Mortum. Aunque lo correcto sea Madre Mortarum, dado que, desde el año 2000 es el cementerio de más de 30.000 personas, reitero, personas, más de 2.600 en lo que llevamos de año -todavía no seis meses-, no nos adentraremos en cuestiones filológicas.

Gracias a la jueza Victoria Rosell he descubierto en Twitter el puesto de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (@CEARefugio, www.cear.es). Recuerda la cuestión de que el filósofo esloveno Slavoj Žižek plantea sobre las contradicciones del Himno a la Alegría, el himno oficial de la Unión Europea: se pregunta si todo es fraternidad. No creo que haya que añadir nada más una vez visto el vídeo que no llega a los dos minutos.

21 de junio: Se acerca el jueves 23, el día del referéndum británico sobre el Brexit. Las razones que blanden los que quieren marcharse son abiertamente retrógradas, ramplonas y demodées. Los que piden el sí, en general, piden un sí pero (pero ya satisfecho por la propia UE con un nuevo zurrón de privilegios). Resulta llamativo que no se pide la modificación de las políticas comunitarias de empobrecimiento masivo y el retorno a las raíces fundacionales.

De todos modos una cosa reaviva el optimismo: la juventud -también la británica muy y muy preparada-, liberada de patrioterismo, no tiene ningún recelo hacia la UE: cree que su futuro pasa por Bruselas. Todo lo contrario de lo que piensan sus abuelos: ¡a las personas mayores le han entrado la debilidad de Britannia rules the weaves y la verdad es que no, el British Empire is over! Europa, o el continente como dicen ellos, tiene muchos defectos, está profundamente resquebrajada, pero todavía, como proyecto supranacional y postnacional vale la pena. También con nuestros peros, esperamos que se queden.