Una vez el Govern ha dado el pistoletazo de salida para el referéndum del 1 de octubre, la movilización de la ciudadanía va a servir como principal termómetro para calibrar la respuesta del independentismo. Nunca como antes la respuesta en la calle durante los algo más de tres meses próximos va a ser tan importante y tan decisiva, y ello por cuatro motivos: en clave catalana, para activar el mayor número de sectores políticos y sociales favorables al referéndum, sea cual sea su posición sobre la independencia de Catalunya. Aunque es obvio que de entre los favorables al referéndum los más activos son los independentistas, el objetivo trazado busca atraer a sectores políticos como los comuns, muy divididos a la hora de fijar una posición conjunta e incómodos algunos de ellos con que la política de inhabilitaciones del Gobierno español les acabe afectando. Algo que, por otra parte, ya le ha sucedido al diputado Joan Josep Nuet, que el lunes comparecerá en el TSJC en condición de investigado.

En clave española, porque solo el apoyo de una ciudadanía masivamente comprometida a apoyar el referéndum puede variar la actitud indolente y errática de las fuerzas políticas españolas. La postura entre la indiferencia y el golpe de Estado con que la prensa de Madrid ha abordado la convocatoria del president Puigdemont está llena de soberbia y de superficialidad. Nada nuevo, por otro lado. Pero un ejemplo más de que el único relato al que apelan no ahogará el problema, sino que lo hará más grande. Tiempo al tiempo.

El tercer motivo es el internacional. Los medios de comunicación del mundo entero han recogido de una manera significativa el anuncio del referéndum y la voluntad del Govern de convertir el próximo 1 de octubre en una jornada democrática en que Catalunya pueda decidir su futuro. Enseñadas las cartas por parte del president Puigdemont, los analistas y corresponsales extranjeros solo se interrogan sobre cómo el Gobierno español lo va a impedir. Sus amenazas de imposibilitar la votación al precio que sea no han calado en muchas de las crónicas extranjeras, quizás porque, por más que se les explique una y otra vez, no es fácil que lo logren entender.

Finalmente, la movilización es importante para superar la participación del 9 de noviembre de 2014. El Govern, los partidos que lo apoyan y las entidades a favor del referéndum solo pueden actuar en uno de los dos campos y con una única idea: la cifra de 2,3 millones del 9-N debe incrementarse y todo ello, en medio de las amenazas del Estado a funcionarios y políticos, que ya han empezado y sin duda irán a más. Sin embargo, la respuesta del Gobierno español al anuncio del president Puigdemont demuestra que por mucho que se hubiera alardeado antes, las cosas no son tan fáciles. Si hace unas semanas señalaban que no aceptarían una convocatoria de referéndum, ahora han tenido que adaptar su propio guión diciendo que no había ningún papel firmado. Mientras tanto, el conseller Romeva explicaba en Le Monde que el referéndum va a ser vinculante.