Las estafas financieras han sido una constante a lo largo de nuestra historia debido a la esencia humana por buscar soluciones rápidas y sencillas. La naturaleza del ser humano nos lleva a querer lo fácil y sin esfuerzo. Sin embargo, en el ámbito financiero, por más atractiva que resulte la idea de obtener dinero rápido y sin complicaciones, es crucial ser realistas. Cualquier promesa de multiplicar nuestro dinero de forma fácil, rápida y segura probablemente sea una artimaña. La realidad nos enseña que, detrás de tales tentativas, se esconden estafadores buscando engañar a los incautos.

En las redes sociales, resulta sencillo crear un perfil con un chatbot diseñado para convencer a las personas más inocentes o a aquellas con poca experiencia financiera, prometiéndoles un rendimiento por encima del mercado en tiempo récord y con total certeza. Las estafas financieras en este entorno tecnológico se han convertido, pues, en una gran oportunidad para los estafadores y a la vez, en una preocupación creciente debido a la facilidad con la que estos pueden contactar a las personas y engañarlas para que compartan información personal o realicen transacciones financieras.

Las opciones de los timadores son diversas

Este tipo de engaños pueden adoptar diversas formas, desde oportunidades de inversión muy atractivas que siguen, en realidad, un esquema Ponzi u otro método de inversión fraudulento, donde se prometen rendimientos elevados con un riesgo mínimo o nulo. Suelen comenzar ofreciendo la oportunidad de invertir una pequeña cantidad de dinero para atraer al inversor. Luego, de forma gradual, logran persuadirlo para que invierta todos sus ahorros. Durante el tiempo en que el timador está recaudando dinero, todo parece funcionar con normalidad. Sin embargo, una vez que ha logrado acumular la cantidad deseada, desaparece sin dejar rastro alguno. Para aumentar su apariencia de credibilidad y autenticidad, los estafadores suelen crear perfiles y sitios web falsos, diseñados para que sus ofertas parezcan lo más genuinas y legítimas posible.

Aunque ya es hoy en dia muy conocido el phishing y la suplantación de identidad, continuamente se reciben mensajes engañosos a través de las redes sociales, el correo electrónico o mensajes de texto. Y si es así es porque en realidad los estafadores continúan encontrando personas que acceden a este tipo de engaños. Como es natural, los estafadores crean mensajes que parecen provenir de fuentes confiables, como bancos, correos o grandes empresas, solicitando información personal o credenciales financieras que después usan para suplantar la identidad.

Los estafadores ofrecen nuevas criptomonedas a bajos precios y aprovechan el conocido efecto 'FOMO' ('fear of missing out' o miedo a quedarse fuera)

También son frecuentes los sorteos y concursos falsos, por la facilidad que tenemos los seres humanos a creer en la posibilidad de tener buena suerte y ganar un concurso que transformará nuestras vidas. Aunque estas situaciones pueden ser reales en algunos casos, detrás de ellas se ocultan mentes perversas que urden cómo organizar sorteos y concursos fraudulentos en redes sociales. Estos estafadores buscan recopilar información personal de las personas, incluso llegando a solicitar el pago de una inscripción para participar en un sorteo que, en realidad, nunca existirá.

Y es que, cuando la urgencia por obtener dinero fácil apremia, es fácil pasar por alto las señales de advertencia que indicarían que algo es sospechoso en una oferta aparentemente atractiva. Me refiero específicamente a las falsas ofertas de préstamos, particularmente para aquellas personas con mal historial crediticio donde se piden pagos por adelantado como garantía y luego desaparecen sin proporcionar el préstamo prometido y sin dejar rastro del dinero entregado.

Pero las que están teniendo más éxito para los timadores son las estafas relacionadas con las criptomonedas, explotando la novedad y la falta de comprensión que muchas personas tienen sobre este mundo emergente. A nivel global, los estafadores han encontrado un terreno fértil debido a la falta de conocimiento de las personas acerca de estas inversiones, así como a la escasa educación financiera existente. Estos engaños incluyen desde la creación de plataformas que después desaparecen, hasta la oferta de nuevas criptomonedas a precios bajos, que promueven como inversiones de éxito garantizado y aprovechando el conocido efecto FOMO (fear of missing out o miedo a quedarse fuera). Sin embargo, su único propósito es desaparecer después de atraer a los inversores más desprevenidos y confiados.

La educación financiera ayuda a identificar los timos

Y lo complicado aquí, en el mundo de la tecnología y las redes sociales, es saber discernir la verdad de la falsedad. Cuanto menos conocimiento tengamos sobre un tema, más difícil será distinguir entre lo auténtico y lo fraudulento. Y lo más alarmante es que estos estafadores desaparecen sin dejar rastro; sus nombres se desvanecen y se vuelven prácticamente imposibles de localizar. Recuperar el dinero se convierte en una pesadilla prolongada y complicada, transformando lo que inicialmente parecía una oportunidad fácil en un proceso arduo y costoso.

Por lo tanto, es fundamental no confiar en aquellos que prometen dinero fácil y seguro, ni en quienes garantizan altos rendimientos sin riesgos. Debemos comprender que el riesgo y el rendimiento forman un binomio con correlación positiva: a mayor rendimiento esperado, mayor es el riesgo de pérdida que se asume. Incluso en el ámbito de la renta fija, donde se supone cierta seguridad, no podemos considerar la inversión como completamente segura.  Por ende, poco deberíamos confiar en otras inversiones de mayor riesgo que ofrecen y prometen más garantías y seguridad que la renta fija.

La falta de educación financiera en la sociedad agrava la situación y facilita el crecimiento de estafas y fraudes financieros, permitiendo que el dinero desaparezca sin dejar rastro. Los individuos con escaso conocimiento financiero no solo enfrentan riesgos significativos, sino que también se convierten en objetivos ideales para los estafadores. Es fundamental, pues, mejorar la educación financiera de la sociedad para empoderar a las personas con los conocimientos necesarios para reconocer las señales de advertencia, ser conscientes de sus inversiones y los riesgos asociados, así como tomar las mejores decisiones financieras informadas en un mundo cada vez más digital y complejo.