Reindustrializar la economía. ¿Estamos a tiempo?
- Guillem López-Casasnovas / María Callejón
- Barcelona. Viernes, 7 de noviembre de 2025. 05:30
- Tiempo de lectura: 3 minutos
Reindustrializar la economía. ¿Estamos a tiempo? Esta es la cuestión que se pregunta el núm. 92 de la Revista Econòmica de Catalunya presentado hace unos pocos días, dentro del monográfico dedicado a la política industrial en Catalunya en el contexto europeo.
El punto de partida de los diferentes artículos es el Informe Draghi de septiembre de 2024 bajo el título The Future of European Competitiveness. Pocos o ningún estudio recientemente encargados por la Comisión Europea han obtenido tanto interés y difusión. Con razón. Es un informe técnicamente competente, completo y basado en datos. Y se hace la pregunta: ¿está Europa a tiempo de mantener su estatus tecnológico y económico junto a Estados Unidos y, sobre todo, China? Y la respuesta es que no sin un enorme esfuerzo en inversiones tecnológicas y de infraestructuras productivas, y en investigación, y formación de capital humano, que impulsen la productividad de los factores de producción. Y lo propone y cuantifica.
Con el punto de anclaje que proporciona Mario Draghi, el diagnóstico aplicado a la economía catalana en el contexto global y europeo, para los sectores industriales catalanes potentes tradicionales y nuevos, de sectores de incidencia horizontal y de servicios de alto impacto en la productividad, es positivo. Estamos a tiempo. Especialmente, si las inversiones tecnológicas, la formación, la educación o la financiación de la investigación están a la altura de los retos que toca afrontar. Los artículos firmados son una muestra de la importancia que los economistas y expertos en economía catalana otorgan a los cambios mundiales actuales y el peligro de pérdida de capacidad para sostener el estado de bienestar europeo en el futuro si no salimos airosos.
Dentro de la lógica heterogeneidad, existe así un amplio consenso de que Catalunya cuenta con una buena base para intentarlo. Cuenta con buenas infraestructuras de investigación; en particular en biotecnologías, digitales, fotónica, investigaciones marinas y algunas otras como energéticas y del ciclo del agua. También existe consenso sobre la asignatura pendiente a mejorar de la capacidad de transferir los conocimientos desarrollados a innovaciones empresariales con rentabilidad en el mercado. No es un problema exclusivo de Catalunya; toda Europa se resiente dada la agilidad mostrada por China y también por los Estados Unidos para controlar los grandes mercados mundiales de nuevos negocios basados en la explotación de conocimientos. No obstante, la "paradoja de la innovación" constituye una barrera para el desarrollo industrial que hay que abordar. Si bien la formación de startups funciona relativamente bien, la dinamización de la innovación es una tarea urgente para todo el sistema productivo y no se puede limitar a estos agentes de cambio.
Existe así un amplio consenso de que Catalunya cuenta con una buena base para intentar la reindustrialización
La adaptación del sistema educativo, de formación profesional y de composición de las titulaciones terciarias, constituye también un aspecto relevante dada la brecha existente entre demanda de cualificaciones por las empresas y escasez de STEMS y otras formaciones técnicas, se deben contemplar igualmente.
Si bien la administración catalana cuenta con muchas de las palancas que mueven la política industrial, tal como hemos comentado anteriormente, Catalunya no tiene la capacidad de superar un escollo significativo. El obstáculo importante para toda la UE es la lentitud de constitución del Mercado Único europeo en todas sus áreas. La fragmentación a todos los niveles de mercados, organismos de investigación, las mismas empresas sometidas a reglas antimonopolio, dificulta que se llegue a empresas o programas de innovación con suficiente escala para competir con economías mucho más grandes. De otro modo, la situación de dependencia agravada que vivimos ahora en las relaciones con los Estados Unidos sería probablemente menos intensa. La misma Comisión Europea se encuentra actualmente con dilemas profundos. Mario Draghi estima que la inversión productiva europea debería aumentar alrededor del 4,4%-4,7% anual en los próximos años para sostener el esfuerzo tecnológico.
A escala local, la reconversión no sé cuánto tiempo más puede esperar ante las dudas de futuro de la petroquímica, del motor de combustión, de la sostenibilidad de la agroalimentaria y ganadera en particular. Y no hablamos ya de otros sectores que no se han mostrado resilientes al empuje de la industria turística. Ciertamente esta ha venido para quedarse. Está bien instalada y quizás se trate a estas alturas de mantenerla y mejorarla. No de aumentarla, especialmente a la vista del coste de oportunidad que genera para el resto de actividades que requieren un capital humano con más oficio y no cuentan con el subsidio encubierto del paro en su elevada estacionalidad. No toca otra que ir probando ideas y testando las resistencias de diferentes propuestas para rehacer hoy el modelo productivo catalán. Sin olvidar que, en general, en estas políticas suelen sobrar las acciones Rs y faltar las Ts (reformar, reconstruir vs. transformar, transitar).
Los cambios propuestos, en todo caso, requieren coherencia y estabilidad: su mejor garante hoy quizás sean ciertas instituciones de la sociedad civil que protejan los objetivos por encima del ciclo electoral. Pactos (para la industria, para la formación profesional, pacto energético) desde un sentido macroprudencial: hacer o explicar por qué no se sigue la recomendación pactada. ¿Nos ponemos?
*Maria Callejón es directora de la 'Revista Econòmica de Catalunya'