Los mercados hacen cosas raras que normalmente tienen su explicación a toro pasado. El viernes, tras la fuerte creación de empleo en Estados Unidos, las primeras crónicas apuntaban a un castigo a las bolsas por cuanto esta fortaleza tiene una primera lectura de tipos de interés más altos por parte de la Reserva Federal estadounidense (Fed). Pero incompresiblemente, las bolsas cerraron el día con buenas alzas, aunque el balance semanal sea negativo.

Unas pérdidas de los mercados de acciones que se justifican por la subida de los tipos de la deuda a largo plazo.  A trimestre cerrado, la deuda a corto plazo no se ha alterado (el bono alemán a 2 años repite en 3,2%). Pero en los plazos largos sí ha existido un movimiento importante: la referencia a 10 años ha subido desde el 2,4% al 2,9% y la del de 10 años americano desde el 3,8% hasta el 4,6% (el viernes al 4,7%), mientras que el español permanece casi todas las sesiones anclado en el 4%.  Pero, ¿por qué suben los tipos de los bonos, cuya alza implica la caída del precio de estos activos, provocando pérdidas en las carteras de grandes inversores y de los fondos de inversión? Un 4,7% parece insuficiente para unas economías que están desacelerando y en un panorama de mayor control inflacionario, ayudado esta semana por la caída del 10% en el precio del barril de petróleo Brent. No resulta una situación lógica.

O sea, se están vendiendo bonos, al tiempo que el dinero sale de las Bolsas y del resto de activos financieros con riesgo. ¿A dónde va el dinero? Ignacio Dolz de Espejo, director de Soluciones de Inversión de Mutuactivos, tampoco lo ve claro: “no encontramos una explicación única y razonable de por qué se está produciendo el movimiento al alza de los tipos a largo plazo. O, mejor dicho, existen muchas explicaciones relativamente inconexas: posiciones cortas (bajistas) de los hedge funds, un alto déficit, elevadas emisiones del Tesoro americano tras el periodo de bloqueo, mayor fe en que EE.UU. no va a entrar en recesión y una aceptación por parte del mercado de que los bancos centrales van a cumplir su palabra y van a tardar en bajar los tipos”, explica.

Y estos tipos de largo que permiten una subida de los tipos reales (nominales menos la inflación) seguirá siendo el caballo de batalla de los mercados en las próximas sesiones. Sería discutible argumentar que estos tipos son demasiado altos o, tal vez, no. Sin embargo, el daño que están causando no admite discusión. Se conocen después de una década de tipos cero o negativos y ni las empresas ni los Estados están preparados para pasar de cero a cien en poco más de un año. Las carteras de bonos se deprecian en los bancos, las aseguradoras, el propio BCE o los fondos de inversión de renta fija a largo plazo que ahora ven cómo el precio de estos activos baja con fuerza para equipararse a los tipos de hoy. Una situación, sin duda, complicada que de haberse sabido habría moderado el endeudamiento. Ahora el coste de renovar la deuda y de atender a esos pagos se dispara. El problema, pues, no es tanto el nivel actual como la velocidad de cambio de los acontecimientos. Y esa sensación de no saber muy bien qué está pasando realmente. El lunes no habrá mercado de bonos en Estados por la festividad del día de Colón, aunque las bolsas permanecerán abiertas.

Esta semana se introduce un elemento nuevo que puede traer aire fresco a los mercados de acciones. Los resultados del tercer trimestre comenzarán a conocerse, con dos grandes cabezas de cartel, el martes 10 de octubre: LVMH y PepsiCo, explican los analistas de MarketScrener. De miércoles a viernes, Porsche AG, Fastenal, Givaudan, Delta Air Lines, Publicis, UnitedHealth, Wells Fargo, City y BlackRock también serán noticia. Ni que decir tiene que, en estos tiempos más inciertos, las perspectivas que ofrezcan las empresas cotizadas para finales de año tendrán un peso considerable.

En el frente macroeconómico, los inversores se centrarán en los datos de precios a la producción (miércoles) y al consumo (jueves) en Estados Unidos, donde también se publicará el índice de confianza de la Universidad de Michigan (viernes). La estrella será el dato de inflación en Estados Unidos del citado jueves, donde se esperan caídas de una décima para la general y de dos décimas en el caso de la subyacente. En Europa, se dará también el dato definitivo de precios de septiembre.

Al final de la semana se conocerán las cifras de comercio exterior e inflación en China. Y no olvidemos la publicación el miércoles de las actas de la última reunión de la Fed.