La noticia de esta semana ha sido Grifols. Hay mucho que decir al respecto, pero empezaré por lo más importante. La presunción de inocencia de la farmacéutica catalana, así como un reconocimiento a una trayectoria impresionante de una empresa familiar fundada en 1909. No se dura más de cien años haciendo tonterías contables. Eso se lo aseguro. Por supuesto que haber sido legal en el pasado no significa serlo en el futuro, pero sí que podemos, por lo menos, afirmar que hablamos de una compañía de más de un siglo de existencia sin escándalos financieros.

Lo segundo que me gustaría aclarar es que descubrir estados financieros y patrimoniales que inflan la realidad no es la misión de un fondo de inversión, sino de los reguladores financieros de un país. Cada estado tiene sus propias autoridades para ello. En España, tanto la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) como el Banco de España y el propio Ministerio de Economía velan lo mejor que pueden y saben por el rigor contable de las principales empresas cotizadas de un país. Eso no garantiza que siempre lo hagan bien, pero ese es su cometido. Si yo leo un informe del Banco de España acerca de la dudosa solvencia de una empresa determinada, sé que no tiene intereses económicos en hundirla porque lo emite una institución gubernamental sin ánimo de lucro. Si la CNMV afirma que hay maniobras contables para ocultar deuda en otra empresa, sabré que no hay segundas intenciones porque, de nuevo, se trata de un regulador y no de un inversor.

Pero cuando ese informe lo emite un hedge fund o fondo de inversión privado que, además, el día antes de hacerlo público, vende a futuro más de cuarenta millones de euros de esa empresa, qué quieren que les diga. Pues que puede haber, ni que sea, un “ligerísimo” interés en derrumbar la acción de la empresa analizada.

Detrás de Gotham City Research hay un estadounidense de origen coreano, Daniel Yu, que, por cierto, pasó tres meses en prisión por un delito que decidió reconocer para así aminorar la pena

Detrás de Gotham City Research hay un estadounidense de origen coreano, Daniel Yu, que, por cierto, pasó tres meses en prisión por un delito que decidió reconocer para así aminorar la pena. O sea, que no creo que se trate de un angelito. Si visitan su web verán con claridad el percal. Aquello es todo menos una empresa seria. Se trata de una firma decidida a invertir a corto en empresas que previamente tratará de destrozar, gracias a hacer públicas sus dudas y sospechas. El objetivo es ganar dinero. Mucho. Millones. Parece ser que al tal Dan Yu le mola Batman. A mí también me encantaban los superhéroes de pequeño. Pero yo fui de la generación Superman. A mis hijos les pilló Spiderman. Y todos ellos tenían algo en común. Hacer el bien y salvar a la humanidad. Pero no por pasta. Sino por erradicar el mal.

El tal Yu puso a su empresa el nombre de la ciudad de Batman, Gotham City. Y, con ello, quiso darle una pátina de heroicidad a su trabajo. Erradicaré el mal, gracias a descubrir a aquellas empresas cotizadas que engañan a los inversores. No, Daniel, te forrarás a base de dedicar el dinero que haga falta a utilizar de forma capciosa las sospechas financieras o patrimoniales que descubras o interpretes como dudosas. Y eso es otra cosa bien distinta.

Eso no significa tampoco que todos sus informes sean falsos, claro. Ahí está Gowex. La operación fue la misma y resulta que los de Gotham City Research llevaban razón. La hoja de servicios del hedge fund ofrece bastantes aciertos, pero también errores. Por lo menos, con una empresa india y otra francesa, se demostró a posteriori que los análisis realizados para infravalorar las acciones vendidas a corto no eran fidedignos. Habría que analizar todos los casos uno por uno. Pero… ¿es preciso?

Y ahí entramos en la cuestión final. ¿Deberían prohibirse estas prácticas? Yo no soy de prohibir. Pero sí de castigar. Y deberían castigarse con varias décadas de cárcel y con multas más que milmillonarias un solo error en un informe erróneo. Porque en los mercados financieros lo que se mueve es dinero. Y el dinero es miedoso. Y si uno escampa dudas, produce estampidas y derrumbes bursátiles con pérdidas millonarias. Es como plantarse en un aeropuerto a rebosar y empezar a gritar: "¡Una bomba, una bomba!" Y provocar tal estampida que acaben produciéndose muertes por aplastamiento intentando abandonar la terminal.

Es que vi la mochila y me asusté, fue un error, oiga. 

Pues su error ha causado ciento veinte muertos. 

Y luego nos enteramos de que se trata del propietario de la funeraria del municipio del aeropuerto.

Es exactamente lo mismo. En un solo día se evaporaron 2.200 millones de euros de capitalización bursátil para que los señoritos de Gotham ganasen apenas 20 millones. ¿Cómo lo ven?

Imaginen que resulta que Grifols mintió y su valor patrimonial es cero. Más allá de que me cuesta mucho creerlo, pienso que ni así tendrían derecho, Gotham ni nadie, a hacer dinero con eso

Ahora habrá que revisarlo todo. Auditorías, estados financieros, deudas indirectas, derechos sobre acciones, etc. Si resulta que Grifols no falseó nada, el mal ya estará hecho. ¿Quién repone las pérdidas? ¿Acaso creen que van a lograr algo de dinero judicialmente? Es muy difícil. Y este es el meollo de la cuestión. Tanta globalización y, a la hora de la verdad, no hay un organismo global, aceptado por todos los actores financieros del mundo, con capacidad para meter entre rejas y sacarles hasta su último euro a quienes yerran en algo tan gordo que, además, les proporciona suculentos beneficios.

Finalmente, imaginen que, después de todo, resulta que sí, que era verdad y que Grifols mintió y su valor patrimonial es cero. Más allá de que me cuesta mucho creerlo, déjenme hacer el ejercicio. ¿Saben qué pienso? Pues que ni así tendrían derecho Gotham ni organización alguna a hacer dinero con eso. ¿No estaba usted enamorado de Batman? Pues lo denuncia en privado a la CNMV, que ya hará las pesquisas pertinentes. Igual que el de la mochila del aeropuerto, en lugar de dar gritos ha de avisar a un policía, y punto. Y si había algo que temer, lo pararán ellos. Pero en privado. Porque si en la mochila no había una bomba, que es lo más probable, así no se entera nadie más que la policía, que era a quien tenía que avisar.

Batman no era rico.

Y nosotros no somos imbéciles.