Hacienda ha iniciado una de las transformaciones tecnológicas más profundas de las últimas décadas con la incorporación masiva de la inteligencia artificial a sus procesos. Este cambio de paradigma, lejos de ser una simple actualización tecnológica, representa una redefinición completa de la relación entre la administración fiscal y el contribuyente.
La Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) dio un paso decisivo el 27 de mayo de 2024 con la publicación de su Estrategia de Inteligencia Artificial, un documento que establece las bases para una administración tributaria del siglo XXI. El plan de la Agencia se sustenta en cuatro compromisos fundamentales que actúan como principios rectores:
- Alineación estratégica: La IA no se desplegará de manera aislada, sino que se integrará completamente con la visión y los objetivos institucionales de la AEAT. Esto implica que cada aplicación de IA deberá demostrar su valor en la consecución de las metas de la Agencia.
- Mejora del servicio al ciudadano: Se prioriza el uso de la IA para simplificar trámites, reducir tiempos de espera y ofrecer un soporte más personalizado y accesible a los contribuyentes.
- Garantía de equidad y objetividad: En un terreno tan sensible como el fiscal, la AEAT se compromete a desarrollar e implementar algoritmos transparentes y libres de sesgos, asegurando que todos los ciudadanos sean tratados con justicia.
- Impulso de la innovación: La Agencia se posiciona como motor de la modernización de la Administración Pública en su conjunto, fomentando un ecosistema de innovación que trasciende el mero ámbito tributario.
El documento estratégico subraya que la IA es una tecnología clave para Hacienda, una afirmación que se apoya en dos activos formidables: una infraestructura informática robusta y una base de datos masiva sin paralelo en la mayoría de administraciones públicas. Esta combinación permite revolucionar tanto la gestión tributaria interna como la relación con los ciudadanos mediante la eficiencia y la automatización inteligente. Una de las aplicaciones más tangibles y exitosas de la IA en Hacienda son los asistentes virtuales.
La llegada del Suministro Inmediato de Información (SII) del IVA abrió la puerta al primer chatbot basado en tecnología de IBM, diseñado específicamente para resolver dudas de los usuarios sobre este nuevo sistema. Los resultados fueron espectaculares: se registró una reducción del 85% en las consultas que antes debía atender personal humano, liberando a los funcionarios para tareas de mayor valor añadido.
Superada por este éxito, la Agencia implementó un segundo asistente virtual, más ambicioso, enfocado al IVA en todas sus dimensiones. Esta herramienta no solo ofrece una atención más ágil y eficaz, sino que, de manera sutil, pero significativa, mejora el cumplimiento voluntario de las obligaciones fiscales. Al resolver dudas de manera inmediata y accesible, los contribuyentes se sienten más capacitados y predispuestos a cumplir correctamente. Más allá de la atención al ciudadano, la IA se ha erigido en un pilar fundamental en la lucha contra el fraude fiscal.
La experiencia acumulada con el SII demostró que el Asistente Virtual de IVA (AVIVA) es mucho más que una herramienta de apoyo: es un instrumento de prevención. Gracias al cruce automatizado de datos, el sistema SII permite contrastar en tiempo real las facturas declaradas (tanto el IVA repercutido como el soportado), detectando discrepancias e inconsistencias con una velocidad y precisión imposibles para los métodos tradicionales. Este enfoque basado en datos permite a la AEAT aplicar el principio de "tributación inteligente": los contribuyentes con indicios de menor cumplimiento son identificados rápidamente, mientras que los "buenos cumplidores" se benefician de menos inspecciones y de la agilización de las devoluciones mensuales del IVA. Se trata, en esencia, de premiar el cumplimiento y focalizar los recursos de control donde realmente se necesitan.
El contexto global de la fiscalidad
La adopción de la IA por parte de las administraciones tributarias es un fenómeno global en plena expansión. Un estudio de la OCDE revela que 29 de los 38 países miembros ya utilizan sistemas de IA en sus haciendas públicas. Las aplicaciones principales se concentran en la detección de la evasión y el fraude fiscal, la asistencia en procesos de decisión administrativa y la mejora de los servicios al contribuyente. Estas tecnologías permiten descubrir patrones ocultos entre millones de datos, transformando el ruido informativo en inteligencia accionable. Algunos países ya están llevando a cabo proyectos particularmente innovadores:
- En Grecia, la administración tributaria utiliza algoritmos de análisis de imágenes aéreas para localizar piscinas y otras propiedades no declaradas, cruzando esta información con las bases de datos fiscales.
- En Francia, se emplean sistemas similares para identificar construcciones no registradas, asegurando que todo el patrimonio inmobiliario tribute correctamente.
Estos ejemplos ilustran cómo la IA ofrece nuevas y poderosas herramientas para mejorar el cumplimiento fiscal en todo el mundo. Dentro del contexto europeo, España se mueve en un escenario de alta ambición pero con desafíos significativos. La Unión Europea se ha fijado como meta que el 75% de las empresas utilicen IA en 2030, una cifra que contrasta con la realidad actual: en 2021, solo el 8% de las empresas de la UE empleaba esta tecnología.
España, a pesar de no haber sido pionera en la adopción de una estrategia nacional de IA, ha hecho una apuesta económica sólida. Para el período 2024-2025, se han destinado 1.500 millones de euros, una cifra que se suma a los 600 millones ya movilizados en planes previos. Según datos de la plataforma TendersTool, entre 2023 y 2024 se han adjudicado múltiples contratos públicos con componentes de inteligencia artificial, no solo en grandes entidades centrales del Estado, sino también en administraciones autonómicas y locales.
La transformación digital de Hacienda es un viaje sin retorno, pero debe realizarse con las máximas garantías. La clave de su éxito a largo plazo reside en equilibrar la innovación con la responsabilidad. Es imperativo utilizar datos de calidad, garantizar la supervisión humana de los algoritmos y mantener la máxima transparencia para preservar la seguridad jurídica y, sobre todo, la confianza de los ciudadanos. Con los pasos dados hasta ahora, España se ha unido definitivamente a la carrera global para aplicar la inteligencia artificial a la administración tributaria. El reto ya no es si la IA transformará Hacienda, sino cómo lo hará: con sentido común, ética y una visión clara para construir una administración no solo más eficiente, sino también más justa y cercana al ciudadano.