La respuesta a la pregunta siempre irá ligada al servicio bancario que estemos analizando. Así pues, no es lo mismo una hipoteca fija que otra de variable. Y por esta razón, cada una tiene algunos aspectos más precisos a tener en cuenta. A grandes rasgos, distinguimos tres derivadas: el préstamo, el producto de inversión y la rentabilidad.

Alfons Fernández, economista miembro de la Comisión de Economía Financiera del Colegio de Economistas de Catalunya, nos lo desgrana de la siguiente manera: "En el préstamo es básico tener en cuenta los tipos de interés y las comisiones; en el producto de inversión nos centraremos también en los tipos de interés, que serán a favor, y las comisiones que van ligadas a la contratación del producto en cuestión; para terminar, la rentabilidad será bueno ver si es fija o variable".

Ojo con el asesoramiento

A partir de aquí, el economista Fernández pone el acento en una cuestión que, demasiado a menudo, pasa desapercibida: el asesoramiento. Y se refiere al de patrimonio, o el de finanzas netas, que tiene una forma de comisión, pero sin intereses. "Determinados productos llevan unas u otros", constata. El gran consejo siempre es coger varias hipotecas y tener claro un único indicador donde fijarse.

El TAE, el más fiable

Y en este último punto, se abre el melón del TAE, "el valor más fiable" constata Fernández. La tasa anual equivalente es un indicador que ya incorpora el tipo de interés y las comisiones anteriormente citadas y, por lo tanto, sirve como referencia de una forma fiable. Un TAE que va del 3 al 3,5% normalmente. Otra razón de peso por la cual es interesante el TAE es que "indica exactamente lo que acabaremos pagando", ya que asume los tipos de interés y constituye un indicador estimado de la hipoteca. En definitiva, según Alfons Fernández, "sirve para comparar un momento determinado". En ningún caso eso se puede traducir como sacar la respuesta de cuál será el coste final en cifras absolutas.

Bancos más seguros

Para terminar, la publicidad está muy regulada, sobre todo en el terreno de la Unión Europea. En los últimos tiempos y décadas, los bancos se han sometido a estrictas normas de control y las experiencias negativas de un pasado no tan lejano les ha hecho ponerse al día. Desde el Colegio de Economistas citan un ejemplo: el credit default swap (CDS), una fórmula para invertir en derivados y ganar dinero sin riesgos el año 2008. Consistía en un sencillo seguro por el cual, quien comprara un producto financiero, abonaba una prima. Si la institución que emitía el producto financiero (un banco que emitía un bono, por ejemplo) se declaraba en quiebra, entonces el inversor recibía una compensación equivalente a aquello invertido.

El invento afrontó su primera prueba de fuego cuando la empresa petrolífera Exxon se salió millones de litros de petróleo en Alaska en 1989. "Tuvieron que devolver mucho dinero, el swap intentaba comercializar un producto a personas sin formación financiera y tuvieron que hacer frente a muchos costes por todo ello". De hecho, en la actualidad los mismos bancos tienen la obligación de hacer un perfil de riesgo y deben desistir la venta de ciertos productos cuando el sector, que está controlado, alerta de esta posibilidad.