¿Cerdo o cordero? ¿Vacaciones nacionales o en el extranjero? ¿Arroz o pasta? ¿Hoteles o camping? La lista es interminable y se conocen como bienes sustitutivos, aquellos que pueden satisfacer una misma necesidad, pero cuyo precio puede compensar que se elijan unos u otros, más allá de los gustos personales. El ejemplo al que recurren los expertos es el de la carne: la de conejo siempre mantiene precios más estables y bajos que, por ejemplo, la de vaca o la del cerdo, hasta el punto que cambiar las preferencias gastronómicas puede compensar para no perjudicar el bolsillo. En periodos de inflación controlada, los consumidores no tienen en cuenta si unos suben más que otros y se dejan llevar por sus gustos, pero con fuertes subidas de precios como los que se siguen padeciendo, los expertos recomiendan echar un vistazo a cómo evolucionan los precios de productos que pueden ser considerados sustitutivos. Por otro lado, los productos sustitutivos suelen influir en los precios de sus “competidores”, pues si uno crece en exceso, se suele acudir al producto de repuesto, lo que provoca que el sustituto tienda a subir y el sustituido a bajar. Son las reglas del mercado.

Si nos centramos en la evolución de los precios desde el 1 de enero de este año, se pueden descubrir valiosas pistas sobre cómo han evolucionado los precios de productos sustitutivos y poder evitar quebrantos al bolsillo. No obstante, cabe advertir que cuando se habla de productos sustitutivos nunca se trata de productos equivalentes, ni siquiera en términos de inflación, pues quizá el precio del cordero haya bajado durante este año, mientras que el cerdo haya subido (algo que ha sucedido realmente), pero no se debe obviar que el precio del cordero es superior al del cerdo. En cierta forma, la diferencia entre los precios de partida explica que el cerdo se haya permitido subir, mientras que el cordero se haya visto obligado a bajar para no quedarse fuera de mercado.

ON ECONOMIA ha analizado la evolución de los precios desde principios de año de los productos sustitutivos, agrupándolos por necesidades a satisfacer para ver qué puede ser más interesante para el bolsillo en estos momentos. No obstante, hay que partir de dos evidencias determinantes: la primera, que los productos sustitutivos no son tan evidentes en muchos bienes y servicios, como la enseñanza, la sanidad o los suministros de vivienda. En este último caso, habría que analizar si compensa cambiar del gas natural al butano o si fuera posible prescindir de la electricidad o el agua. La segunda evidencia es el peso que ciertos productos suponen sobre nuestros presupuestos familiares, pues el ahorro de cambiar unos por otros no justifica el renunciar a nuestras preferencias. A estos dos elementos hay que añadir un tercero: cómo están evolucionando los precios en los grandes grupos de consumo.

Empezando por esto último, de los doce grandes grupos en los que divide el INE el IPC, desde enero la mayor subida se produce en restaurantes y hoteles, un 4,6%, y aquí sí se puede aplicar la regla de los productos sustitutorios. Además, suponen casi el 10% del presupuesto medio de una familia en España. Alimentación es el segundo grupo con mayores incrementos en los precios, pues en lo que llevamos de año han subido un 4,4%; además supone el 16% del presupuesto familiar e, igualmente, las reglas de la sustitución se pueden aplicar en muchos casos. El ocio y la cultura es el tercer grupo que merece la pena analizar, pues suma el 5% de los gastos familiares, ha subido casi un 3% desde enero y, al margen de los gustos individuales, permite un rango de elección muy amplio. No así el apartado de vivienda y sus costes que, aunque supone un tercio de los gastos de una familia media, permite pocos productos sustitutorios. Además, en los últimos seis meses, el coste se ha reducido un 4,6%, especialmente por el descenso de la factura de la luz y el gas, pero también por la regulación de los precios del alquiler.

Alimentación: productos sustitutivos

En la alimentación es donde más ahorros podemos generar, pues se producen grandes oscilaciones en los precios y son claramente sustitutivos. Empezando por los considerados básicos, las patatas llevan un aumento de precio del 18% desde enero, seguido de un 7,4% del arroz, un 6,8% de las legumbres secas, un 3,5% de los huevos y un 1,5% del pan. El azúcar y el café, aunque no son básicos y tienen pocas alternativas, han subido, ambos, un 2,5% en lo que va de año.

Bajando al detalle, la elección en las carnes deja mucho margen de maniobra si se tiene en cuenta que la fresca de cerdo ha incrementado su precio en el primer semestre un 10,% y, sin embargo, la de oveja y cabra ha reducido su coste un 5,2%. Bien es cierto que la primera es, por término medio, más cara que la segunda. Siguiendo la estela del cerdo, “otros preparados cárnicos”, en referencia a los embutidos, llevan un aumento del 4,6% en el año. Para rematar, la carne de vacuno sube un 2,6%, la de pollo un 1,7% y otras carnes (el conejo entre ellas) el 1,1%.

En el caso de los pescados y mariscos, la evolución de precios es un poco engañosa, pues el pescado fresco ha reducido el precio un 2,3% desde enero, aunque por todos es conocido que es, con diferencia, la forma más cara de ingerir este producto. Sin embargo, el pescado y el marisco ahumado, seco o salado ha subido un 10%. Algo más asequible, el pescado congelado aumenta un 2,8% y un 2,1% el marisco congelado. Finalmente, otros preparados del pescado (palitos de cangrejo y productos similares) aumentan de precio un 4%.

Especial relevancia cobran los aceites, pues el de oliva ha aumentado su precio, por las duras condiciones de sequía, un 10,3%, mientras que el girasol cae un 20,3% por la normalización del comercio de girasol desde Ucrania. No obstante, cabe recordar que este último se colocó como el producto con mayores incrementos de precio el año pasado. El caso de los lácteos tiene alguna curiosidad, aunque tampoco es tan determinante como para cambiar los hábitos de consumo. El precio de la leche entera crece una décima desde enero y la desnatada cae cuatro décimas, el queso, otro de los productos que más subió el pasado año, modera su subida al 1,6% en el año y el yogur incluso desciende un 2,4%. La mantequilla, por su parte, sube un 1,9%.

Para cerrar este capítulo de la alimentación, hay que resaltar que los productos preparados han tenido comportamiento muy inflacionista, aunque es verdad que parten de precios bajos. Así, las pizzas aumentan un 10,2% en el año, las salsas un 10%, los platos preparados un 8,1% y las patatas chips un 2,4%, a pesar de que la patata cruda se ha disparado un 18%, uno de los productos más inflacionistas y el primero en el capítulo de la alimentación.

Viajes y alojamiento

Los viajes son relevantes en este periodo estival y las diferencias pueden justificar la elección. Según los datos del INE, los vuelos internacionales han subido un 17,3%, mientras que los nacionales lo hacen en un 5,8%. Sin embargo, cuando sumamos el gasto del alojamiento, la opción interior no sale tan a cuenta, pues los paquetes turísticos hacia destinos españoles han aumentado de precio un 20,8%, cuando los internacionales, con un 0,8%, han mantenido precios. Algo engañoso es el uso del medio de transporte, especialmente porque no son muy sustitutorios, pues mientras la gasolina ha subido en el año un 13,7%, el diésel ha caído un 2,9%, pero hay poco margen de sustitución. O el tren, que aunque según el INE ha mantenido el precio en lo que va de año, está distorsionado por la subvención de los abonos para los viajeros habituales: sacar un billete en verano se queda fuera de estos porcentajes de subida.

En el caso de los alojamientos, las diferencias sí son considerables, aunque es poco probable que los gustos personales permitan mucha sustitución. Por si acaso, ahí van los datos: los hoteles han subido un 29,6% desde enero; los campings y alberges un 5,7% y “otros establecimientos” un 10,2%. El INE determina que el “alquiler de vivienda secundaria” ha subido en el año un 1,1%, pero no se refiere exactamente a las viviendas turísticas.

Incluso hay posibilidad de ahorrar a la hora de tomar una copa. La cerveza rubia ha subido en el año un 7%, otras cervezas con alcohol un 8,5% y las sin alcohol un 8,9%. Por su parte, en vino —que puede servir de sustituto— un 5,4%. Las bebidas espiritosas y licores suben en el año un 7% y un 7,5% los refrescos. Por cierto, el agua mineral incrementa su coste un 4,6% desde enero.