Santi Vila

El conseller de Territori i Sostenibilitat, Santi Vila (Granollers, 1973), asegura que el suyo es un discurso previsible. Y, no obstante, el diagnóstico que hace sobre el final de Convergència y la necesidad de refundar el partido, así como su argumentación sobre el independentismo instrumental, lo convierten en un verso libre y absolutamente desacomplejado dentro de las filas convergentes y, posiblemente, en uno de los políticos con más futuro de esta formación a la cual atribuye ya fecha de caducidad.

-¿Cómo valoró la resolución independentista pactada por JxSí y la CUP en el Parlament? Se tiene que inscribir en el marco de un proceso que necesita de unas instituciones fuertes y sólidas, la primera, la presidencia de la Generalitat. Otra cosa es si nuestro grupo parlamentario tuvo la suficiente agilidad para no sólo votar la propuesta pactada con la CUP. Seguramente con una perspectiva de un gran espacio político, tendríamos que haber tenido la habilidad de votar esta propuesta, pero al mismo tiempo ganar complicidades y votar otras propuestas que se inscribían en la misma lógica del gran soberanismo.

-O sea, abrir el abanico... Puestos a ser exigentes con el trabajo que se hizo, y visto los resultados que consiguió. Insisto: la propuesta de resolución se tiene que leer directamente en el objetivo de conseguir empoderar a las instituciones de Catalunya, la primera el president. Yo soy de los pragmáticos.

Me he sentido muy cómodo pactando con el gobierno de España y con el PP, y no me siento especialmente incómodo explorando vías de diálogo y acuerdo con la CUP
-¿En qué sentido? Si he aplicado la presunción de bondad al PP, ¿por qué no a la CUP? La política es diálogo permanente, ética de la duda permanente, presunción de bondad, y, por lo tanto, nos une con la CUP un objetivo que es conseguir que la ciudadanía pueda decidir libremente si quiere que Catalunya sea un país independiente. Evidentemente, las discrepancias son muchísimas. En algunas posiciones son absolutamente antagónicas. Ahora bien, yo creo que Convergència se tiene que poder distinguir por ser un espacio político frontera con muchos espacios. Me he sentido muy cómodo pactando con el gobierno de España y con el PP, y no me siento especialmente incómodo explorando vías de diálogo y acuerdo con la CUP.

-Pero también las resoluciones de otras formaciones... Cuando hay propuestas de resolución que de hecho sintonizan de fondo con el proceso, no tiene ningún sentido que seamos sectarios. ¿Por qué no buscar complicidades con los que sencillamente se quedan en las puertas de nuestro planteamiento y ponen la raya en el derecho a decidir? Si estuviéramos todos más serenos y quizás más seguros de nuestras propias posiciones lo habríamos hecho sin ambages.

-¿Convergència es una formación independentista? Convergència es mucho más que un partido independentista. Es un partido vinculado a un determinado modelo económico y social, que ha llegado a la conclusión de que en este conflicto de poder con España lo mejor que podemos hacer por los catalanes es intentar ganar el poder para Catalunya. Es un problema de poder. Convergència es una formación que tiene vocación de ser muy transversal, tiene un modelo de sociedad que es una economía social de mercado, que pone una economía de base capitalista al servicio de la sociedad, que tiene que tener la prosperidad y la equidad como referentes. Y esta es la hoja de ruta convergente, propia de un partido cómodo con el capitalismo, con una ética meritocrática, con una cultura del trabajo... Eso no lo podemos dejar de ser. El día que lo dejemos de ser este agujero se echará de menos y, partidistamente, alguien lo ocupará.

En estos momentos, el mejor servicio que podemos prestar a los catalanes es intentar ganar la independencia
-Y, ahora es independentista... Y, en estos momentos, el mejor servicio que podemos prestar a los catalanes es intentar ganar la independencia.

-¿Santi Vila está en sintonía con este planteamiento? ¿Por qué una persona siempre tan sospechosa de moderada –yo creía que era una virtud y ahora pasa a ser un defecto– apoya sin ningún complejo un proceso por la independencia? Por cinco razones. La primera es porque con lo que ha sufrido esta sociedad, con los recortes y ajustes que ha tenido que hacer este Govern, de más de 5.000 millones durante 4 años, si no eres capaz de parar el reloj, levantar la mirada y ofrecer a los ciudadanos futuro, yo creo que estás acabado como formación política. La gente puede resistir no tener presente, pero si la política no le ofrece un relato con mínimamente esperanza de que las cosas pueden mejorar, estás cocido.

-¿La segunda? Tiene relación directa. El movimiento independentista, como otros movimientos sociales, son una oportunidad magnífica para limpiar. La ciudadanía premiará aquellos que se vinculen a proyectos nuevos, de regeneración democrática, regeneración de los partidos, aire fresco, caras nuevas. En tercer lugar, yo me he hecho independentista a la fuerza, porque, ¿qué podíamos esperar más del Estado español? Yo soy de los que encarnan este esfuerzo infatigable, y los límites de lo que hemos conseguido son evidentes. Cuando, además, en temas muy sensibles, de lengua, de identidad... constatas que las instituciones españolas son incapaces de hacer de la diversidad un valor y hacen constantemente un problema, ¿qué representa que tenemos que hacer? Ser unos cínicos y mirar hacia otro lado. Eso es muy grave.

-Llevamos tres razones... Hay un elemento, seguramente, de tipo más emocional, más sentimental. ¿A quién no le anima en un periodo otoñal, como este, de colapso, vivir un momento fundacional? Eso nos tiene que animar a todos, eso ha hecho también soportable este momento de recesión, de recortes. Y el quinto argumento, en un momento de degradación y descrédito absoluto de las instituciones y la política, el independentismo ha conseguido reconciliar ciudadanos e instituciones. Es más, ha vuelto a recuperar al ciudadano como protagonista de la acción social y política.

-Una vez explicado eso, volvemos a la resolución. ¿Qué le preocupa más: el punto octavo o tener que estar 18 meses dependiendo de la CUP? A mí lo único que me preocupa es que enviáramos el mensaje a nuestros conciudadanos y al conjunto del mundo que en Catalunya el imperio de la ley se puede poner en crisis. Es muy importante para fundamentar la recuperación económica, para garantizar la seguridad y la confianza de los que tienen que invertir, que enviemos el mensaje de que es absolutamente compatible hacer el cuestionamiento que hacemos al Estado, con la garantía de una economía social de mercado, de un modelo institucional plenamente avenido con las instituciones europeas y que, por lo tanto, el único conflicto es de reparto de poder. No hay ninguna voluntad de poner en crisis nuestro modelo de sociedad, económico, que es un modelo con muchos problemas pero de éxito.

Es un acto violento levantar el puño en el Parlament. ¿Es necesario? El liberalismo también se distingue porque hace posible en su seno que los que no piensan como tu se puedan expresar
-¿Se está consiguiendo eso? También el conseller Mas-Colell dice que pueden aceptar dos votos de la CUP “pero no sus condiciones”... Yo no formo parte del equipo negociador. Cada coyuntura admite grados, cuando estemos en coaliciones de base más liberal volveremos a determinadas políticas. Cuando tenemos que ir a planteamientos más de izquierda, también lo hacemos. Esto es un partido de centro. No me marea nada que estemos negociando con la CUP el programa. Se tiene que analizar punto por punto. Cuando veo puños en alto en el Parlament me ruborizo. Es un acto violento levantar el puño. Es un acto agresivo. ¿Hace falta? Yo creo que no. El liberalismo también se distingue porque hace posible que en su seno los que no piensan como tú se puedan expresar.

-No le molesta, pues, pactar ahora con la CUP... Eso es la política. Si yo estuviera negociando con la CUP sería difícil, porque tenemos planteamientos de vida diametralmente diferentes. Sin embargo, ¿cómo tenemos que seguir adelante en relación al proceso? Sentándonos con los que los ciudadanos nos han dicho que nos sentemos.

-El martes, Francesc Homs hizo declaraciones muy duras en relación a la CUP que recuerdan posicionamientos que había tenido usted. ¿Qué le parecen estos movimientos? Que seguramente son inevitables en un momento de alta tensión de una negociación difícil. El proceso por la independencia quedó corto. Aquello que tenía una connotación plebiscitaria, no llegó a la mayoría que buscaba. Se necesita del concurso de todo el mundo para que el proceso siga. Además, pensamos honestamente que hay muchos sectores de la ciudadanía, más moderados, que son imprescindibles, y que sólo siguen en el proceso por la confianza que les da el president Mas. Este es un tema angular. Lo que hace el exconseller Homs es recordar eso.

Santi Vila / Sergi Alcàzar

Para CDC el independentismo es instrumental, porque el objetivo es hacer una sociedad mejor y tener un Govern mejor
-Eso también lo había dicho usted... Yo lo he hecho toda la legislatura. Para CDC la independencia es instrumental. No la tenemos en la cabecera de la cama como la solución de todos los males. El independentismo es instrumental, porque el objetivo de Convergència es hacer una sociedad mejor y tener un gobierno mejor. Estas son nuestro reglas del juego, y el paso del tiempo hace que algunos no nos tengamos que mover porque lo hemos dicho siempre, toda la legislatura.

-Y, continuar dentro de España también podría ser una solución... Claro que podría funcionar. ¿Está escrito en algún libro sagrado que por definición tiene que ir mal? Sin embargo, ¿qué sabemos objetivamente a día de hoy? Que hasta ahora ha ido mal, ha sido un desastre. Y nosotros hemos decidido seriamente no tácticamente que intentaremos conseguir la independencia. Es importante, sin embargo, que eso no se haga a fuerza de desdibujar el propio proyecto partidista.

Es imprescindible que Artur Mas sea president porque, si no, alteramos todas las reglas del juego
-Así, no hay mayoría suficiente para culminar el proceso, como dice Homs, pero hay que seguir empujando... Eso es lo que justifica todas las dificultades y tensiones que ahora sufrimos. El president Mas nos está enviando un mensaje de tenacidad espectacular. No sé si muchos más resistirían esta serie de desaires y sustos en el Parlament, que finalmente sacan fuerza al proceso. Que el primer debate de investidura acabara como acabó nos ha hecho más débiles. Es imprescindible que Artur Mas sea presidente, porque, si no, alteramos todas las reglas del juego. Santi Vila antes que una revolución preferiría reformar la Constitución española. No me hagan escoger. Podemos seguir vinculados a un proceso por la independencia pero haciendo las cosas bien.

-Está de acuerdo, pues, que si no se puede hacer así, hay que ir a elecciones. Sin ningún tipo de duda. Lo he dicho desde el primer día. La noche de las elecciones dije aquí hay dos maneras de afrontar esto, o presidente Mas con la investidura o presidente Mas en las próximas elecciones.

-¿Y esta es la posición que se está imponiendo? Parece...

El último servicio que se espera de Convergència es que sea un instrumento al servicio del proceso independentista
-Da la sensación de que a CDC le ha cogido en un mal momento este debate. Convergència pasa el peor momento de su historia. Tenemos unas estructuras de partido muy delgadas, muy poco relevantes desde el punto de vista de la generación de discurso político. Además, gestionando graves acusaciones de corrupción. Eso es muy grave. Y muy delgados desde el punto de vista ideológico. Difícilmente este partido podrá sobrevivir a este proceso. El último servicio que se espera de Convergència es que sea un instrumento al servicio del proceso, porque eso es necesario.

-¿Y después? Es evidente que hay que avanzar hacia la formación de un nuevo partido, un nuevo espacio político, muy grande, tan grande como podamos, donde no sobra nadie, algunas de las bajas o pérdidas que ahora tenemos se tienen que poder recuperar, y este gran espacio político se tiene que volver a rearmar ideológicamente, tiene que tener muy claro que hay un espacio central en Catalunya de gente progresista, moderna, de tradición y base liberal, de gente emprendedora, que tiene una cultura del esfuerzo, que cree en la economía de mercado al servicio de la sociedad, que presume de un modelo de escuela concertada, de sanidad concertada y que se aprecia mucho la administración pública. Este es el proyecto que tendremos que refundar. Y lo haremos, seguro, y que habrá mucha gente, porque es un espacio ganador en Catalunya, el espacio de los meritocráticos.

-Habrá, también, una batalla por el liderazgo... En primer lugar tenemos que hacer la batalla de las ideas. Si alguna cosa es criticable a esta Convergència agónica es que seguramente nos parecemos demasiado a algún otro espacio político...

Mi predisposición será a jugar un papel tan importante como pueda
-¿Qué papel quiere tener Santi Vila? Yo cuando estoy en los sitios estoy para tratar de jugar un papel importante, para jugar un papel motor de generación de cambio y de conseguir que las ideas que algunos tenemos y los valores en que algunos creemos sean hegemónicos en nuestro proyecto. Mi predisposición será a jugar un papel tan importante como pueda en función de las complicidades que consiga.

-¿Y Mas? Seguro que está llamado a ser president muchos años todavía.

-¿Del partido o del Govern? Su papel vinculado al partido le queda pequeño. Tiene que jugar el papel de referente y de autoridad moral y política, y servir a Catalunya. Y a Catalunya se la sirve desde las instituciones. Me gustaría que el president Mas pueda ser president durante muchos años y –¿por qué no? – el primer president de una Catalunya independiente.

-¿Eso entraría dentro de los plazos que se fijó a él mismo? Yo tampoco le he oído nunca un planteamiento muy cerrado en relación en esto. Él lo ha vinculado a la consecución de algunos objetivos. Yo en eso estoy muy tranquilo y muy empordanés, las cosas se van viendo.

-No teme que, por el camino, la base social de Convergència quede muy tocada. El Cercle d'Economia ha hecho un documento con un aviso muy duro... Este es un riesgo que tenemos que saber administrar. Eso obliga a mayor comprensión por parte de la CUP y sectores más extremistas. Que este es un proceso lleno de dificultades, con una componente traumática y que tiene efectos no deseados es evidente. Sin embargo, ¿no hacer nada, no tiene efectos no deseados? ¿No tiene costes? Cuando el Cercle hace este documento, no lo veo como un ataque, lo veo como una advertencia, es lo que justifica que algunos digamos sí a independencia y sí al respecto a las leyes porque eso nos da solvencia a todos.

-El viernes el ministro Montoro hizo lo que se interpreta como una intervención económica del gobierno. Hay que esperar al 20D para ver si el nuevo escenario español brinda alguna salida? Catalunya será lo que quiera ser. Finalmente sólo depende de la voluntad de los ciudadanos. Una voluntad que no podemos sobredimensionar, contar haciendo trampas. Tenemos que ser honestos. Tenemos que fijar unas reglas del juego claras e intentar conseguirlo. El gobierno español hasta ahora ha ayudado al proceso para la independencia. ¿Qué pasará en el futuro? No está escrito. Ahora sabemos que lo hemos probado el 27S, que ha ido muy bien, pero también sabemos que nos hemos quedado cortos. ¿Qué pasará a medio plazo? Algunos trabajaremos para conseguir esta mayoría. ¿Qué nos puede no ayudar? Que haya un gobierno español más amable, que plantee reformas, que reconozca que somos una nación, que tenemos el derecho a ser diferentes... ¿Eso no tendría consecuencias en Catalunya? Seguramente la gente independentista de más sentimiento no se movería, pero quizás habría independentistas más instrumentales, más moderados, que digan, hombre, si objetivamos diez problemas y los hemos resuelto...

Me gustaría que finalmente el gobierno de España reconozca que Catalunya es una nación y autorice un referéndum por la independencia
¿Es optimista en relación a la capacidad de recepción del Estado español? No. ¿Desde el punto de vista racional, qué indicio hay de voluntad de reforma y aproximación?

¿Cuál cree que será la salida? No sé qué pasará, sé qué me gustaría que pasara. Me gustaría que finalmente el gobierno de España reconozca que Catalunya es una nación y autorice un referéndum por la independencia.

 

Fotos: Sergi Alcàzar (El Nacional)