Son cinco, los juzgan este enero en Burdeos, se han pasado de listos y, sin quererlo, han demostrado que el vino que se produce en España no tiene nada que envidiar al francés y, según cómo, hasta es mejor: durante los seis años que van de 2013 a 2019 años importaron en cisternas vino español de mesa suficiente como para llenar hasta cinco millones de botellas. Una vez en el país vecino, el vino se embotelló y etiquetó debidamente para hacerlo pasar por vino francés, que se vende más caro Lo mejor del caso fue que, aunque primero se conformaron con etiquetas convencionales, al final acabaron utilizando etiquetas de las AOC (las denominaciones de origen francesas) Saint Emilion y Pomerol. El invento, hasta que les pillaron porque alguien de la Aduana decidió investigar qué pasaba exactamente con parte de las ingentes cantidades de vino que cruzaba la frontera franco-española, les permitió ganar unos cuatro millones de euros.

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Record absoluto

El fraude, y así lo admite hasta Frederic Georges, abogado de la Federación de Grandes Vinos de Burdeos, tenía escala industrial y, por su magnitud, ha alcanzado proporciones jamás registradas antes en la región. Los estafadores, según su propio testimonio, empezaron importando vino español en 2013, obligados por una mala cosecha que les impidió cubrir los pedidos que tenían que satisfacer con sus existencias propias, ya que eran bodegueros. El invento funcionó de manera excelente, nadie se dio cuenta e, incluso, recibieron más pedidos de los que esperaban, así que importaron todavía más vino español. Todo el fraude se gestó en torno a la bodega Celliers Vinicoles du Blayais y, ahora y en un juicio que se celebrará a finales de enero, se enfrentan a la posibilidad de tener que cumplir siete años de cárcel y pagar cuantiosas multas. Los propietarios de la bodega, por supuesto, dicen que ellos no sabían nada y que la cosa fue culpa de unos empleados suyos que se pasaron de listos.

Práctica habitual

La importación por parte de bodegueros franceses de vino español a granel que se embotella y se comercializa como si fuera galo es una práctica habitual José García Carrión, presidente de la mayor bodega de España, hablaba ya en 2018 de hasta 500 millones de litros de vino que se exportan al país vecino y se etiquetan después como franceses. Según el bodeguero, hasta un 80% de esas importaciones acaban camufladas como vino francés. Aunque poco ética, no se trata de una práctica ilegal siempre y cuando el vino no se haga pasar (algo que sí hicieron los bodegueros que serán juzgados en enero) por vino francés amparado por una denominación de origen protegida. Sea como fuere, lo que queda claro es que los vinos españoles corrientes que se utilizaron para el fraude dieron el pego.